Opinión

Mujer, vida y libertad en Irán

Una mujer iráni, portando la bandera del país.
photo_camera Una mujer iráni, portando la bandera del país.

Las circunstancias eran muy favorables para que el fuego de la rebelión prendiese provocando un gran incendio de protestas a lo largo y ancho del país. Lo inesperado sucedió , y mujeres, docenas de mujeres, miles de mujeres llenaron las calles del país al grito airado de: Mujer, vida y libertad. A este eslogan de tres palabras se fueron añadiendo otras expresiones más radicales que atacaban las esencias del régimen y a sus máximos dirigentes y líderes que hasta ahora eran considerados personajes sagrados en la republica teocrática iraní. Muerte al dictador Jamenai (Guía Supremo de la revolución islámica) gritó un grupo de estudiantes en el campus de la universidad de Teherán y los ecos de este grito se extendieron por las plazas de villas y ciudades sin que se desplomaran las nubes. Al principio fueron unas cuantas, pero cada atardecer eran más que el día anterior, a medida que pasaban los días se fueron uniendo hombres. El límite de la ira lo marcaron al incendiar la casa del imán Jomeini, fundador de la República Islámica, el santo de la rebelión contra el Sha.

La llamada revolución de otoño en Irán comenzó el pasado 16 de septiembre por un hecho cruel y que podría considerarse banal bajo un régimen tiránico, que no respeta los derechos humanos más elementales. Ese día, la policía de las buenas costumbres detuvo, torturó y mató a Mahsa Amini de 22 años de edad por atreverse a pasear por las calles de Teherán con un hiyab, que en opinión de la policía de las costumbres llevaba mal puesto ya que dejaba a la vista parte de su esplendida cabellera. La noticia corrió como la pólvora y las mujeres abandonaron el miedo y se juntaron para gritar contra el poder de los viejos y rencorosos fanáticos que lo ocupan de forma despótica desde hace más de cuatro décadas. Dicen que lo hacen en nombre de Dios, ellos son solo el instrumento de la cólera divina. Al principio consideraron las ruidosas revueltas como algo fugaz y pasajero. No le dieron importancia, pero lo que creyeron una marejada se fue transformando en un formidable tsunami. La alta jerarquía religiosa optó por una represión abierta y dura, ya que considera que la verdad y los principios divinos no se negocian. Se imponen.

El poeta y ensayista ruso Joseph Brodsky en su libro “La tiranía” defiende que los tiranos deben ser viejos, ya que a esas edades no tienen dudas, especialmente si se apoyan en inmutables principios religiosos. El actual Guía de la Revolución iraní cumplirá 85 años la próxima primavera. La edad ideal para imponer el imperialismo de la virtud. A medida que pasaban los días y la rebelión ganaba terreno en todo el país, el “venerable” anciano que guía los sagrado caminos de la revolución ordenó el pasado 26 de octubre disparar balas reales contra los manifestantes. El país se tiñó de muerte y de sangre. La furia de los manifestantes, en vez de disminuir, creció. Las cifras son aterradoras. Según varias asociaciones de los derechos humanos, las muertes por la represión de las fuerzas del orden moral suman más de 500 cadáveres y los detenidos entre los protagonistas de los disturbios se elevan a más de 20.000.

Las pregunta es: Estas mujeres y hombres que ahora salen a la calle a protestar de una forma tan tenaz y unánime podrán resistir la despiadada represión. Para muchos observadores políticos, especialistas en asuntos iraníes, la respuesta es sí. El objetivo de las protestas, en estos momentos, no es solo para poder salir a la calle sin velo o con el mal puesto. El objetivo en estos momentos es un cambio total de régimen. Echar del poder a los cavernarios ayatollahs. De ahí, la elección del lema: “Mujer, vida y libertad”. Las mujeres son las grandes marginadas de esta revolución, confinadas bajo una cárcel de abayas y hiyabs. Viven en la oscuridad de tiempos oscuros y remotos. Vida es como un grito de esperanza, ya que son millares de ciudadanos los que apenas malviven y libertad porque la teocracia apoyada en la divinidad asfixia todas las libertades. A la hora de defenderse de las acusaciones de misoginia, los portavoces del régimen chií suelen recordar que el 60% de los universitarios iraníes son mujeres, los cual es cierto, pero las mujeres están ausentes de todos los órganos de poder. El Parlamento iraní tiene 299 escaños, de los cuales solo nueve están ocupados por mujeres. Nueve mujeres que al examinar sus biografías vemos que son fervorosas devotas del régimen y que aceptan las reglas que, segregan la condición femenina.

En las altas esferas de la cúpula del poder iraní está Jamenei, Guía Supremo de la Revolución, apoyado por la Guardia Revolucionaria y la República Islámica. En sus entornos corre el miedo de qué si las manifestaciones siguen subiendo en número y radicalización, llegará un momento en que carezcan de medios para controlarlas. Y saben que cuando se pierde el miedo a morir lo sustituye el afán de matar. El furor ciego de morir y matar solo puede frenarse por un cambio de régimen que es lo que buscan ahora los iraníes que llenan las calles.

Mahmood Amiry-Moghaddam director de una ONG con sede en Oslo que documenta la represión en Irán sostiene que los iraníes protestan porque no quieren un régimen opresor, incompetente y corrupto que los priva de sus derechos más elementales, el hecho de que puedan retirar la obligatoriedad de llevar el velo no frenará las reivindicaciones. La barrera del miedo sobre la que han gobernado mas de 40 años se ha derrumbado. Están intentando levantarla de nuevo y para ello necesitan que la gente deje de protestar. Les disparan, los detienen, los torturan y los condenan a muerte, pero no consiguen frenar las iras de otoño.

Hace unos días el fiscal general iraní, Mohammad Jafar Montazeri habló sobre una supuesta abolición de la policía de las costumbres. Nadie le creyó, pensaron que sería una cortina de humo para ocultar un levantamiento popular sin precedentes. El mismo fiscal se contradice, ya que al tratar de aclararlo, multiplicó la confusión diciendo: “El poder judicial continuará vigilando los comportamientos morales en la sociedad”. Ninguna otra institución de poder en la Republica Islámica confirmó la abolición de la policía de las costumbres. Las protestas continúan. Se dice que las iraníes figuran entre las mujeres más bellas del universo y es lógico que luchen por el derecho a lucir su hermosura.

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