Opinión

El virus de la democracia

El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid dijo en relación al partido Vox que ascendía electoralmente "con trampas" y que es un "virus" que ha entrado en el sistema democrático. Y tiene razón mi buen amigo Pepu Hernández, ahora que se expande un pánico infundado por el llamado "coronavirus", el tratamiento que hay que proporcionar a este otro "mal" de nuestra democracia como es la ultraderecha solo puede prescribirse desde las recetas democráticas.

Alguna vez me han preguntado si Vox es un partido que encaja en nuestro ordenamiento constitucional, y ante la sorpresa de mis distintos interlocutores, mi respuesta es siempre afirmativa. Porque la Constitución no ha diseñado un marco de convivencia militante con sus postulados. La Constitución española es tan grande que no impone una adhesión ideológica a la misma. Nuestra Constitución es tan generosa que permite que puedan existir hasta sus propios enemigos.

Sin duda, Vox ataca frontalmente los principales pilares del texto constitucional como son, por ejemplo, la igualdad de derechos y la organización territorial del Estado. Solo basta con acercarse a la línea de pensamiento de la ultraderecha sobre la violencia machista contra las mujeres y su defensa de una férrea recentralizacion a través de la pura y dura supresión del Estado de las Autonomías. Pero al tiempo que los dirigentes de Vox sostiene con vehemencia estos planteamientos anticonstitucionales, participan y viven de la democracia española concurriendo con notable éxito, hasta ahora, a los procesos electorales. 

En Galicia parece que también acudirán a la cita electoral autonómica del próximo 5 de abril. Si bien lo harán sin candidato a la Xunta, ni falta que les hace. Porque el discurso de Vox no necesita de ningún candidato para unas elecciones autonómicas en las que no creen, y que sólo las utilizarán para continuar alimentando la demagogia y la mentira. Para seguir propagando el virus que infecta nuestra democracia avanzada. 

La libertad de expresión les ampara como a todos los españoles, otra magnífica lección, quizá la primera, de nuestra Carta Magna. Por eso mismo considero un error intentar combatir a la ultraderecha con limitaciones y sanciones penales a típicas manifestaciones de ella como la de la exaltación del franquismo. No es con la represión de derechos fundamentales con lo que se combate este virus, si no con la demostración ciudadana, día a día, de la falsedad de los argumentos y propuestas de Vox. Y no se puede, en fin, alimentar equivocadamente el victimismo de la ultraderecha con iniciativas de reformas penales que están avocadas a ser anuladas por el guardián jurisdiccional de la Constitución. 

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