Opinión

Igualdad y violencia

La exportavoz parlamentaria del PSOE en materia de Igualdad, la activista feminista Ángeles Álvarez, ha puesto en duda la respuesta de la ministra de Igualdad, la dirigente de Podemos Irene Montero, ante el repunte de la violencia machista en la entrevista que ésta concedió a la Cadena Ser. En concreto, cuando la ministra se refirió a las siete mujeres -ya ocho al día de hoy- asesinadas por violencia machista en lo que va de 2020, Ángeles Álvarez escribía en la red social: "Cuando alguien te pone en la mesa siete asesinatos machistas en el ámbito de la pareja (y te pregunta por medidas a futuro) y tú respondes con que harás 'una ley contra la violencia sexual'... algo no funciona".

 Y tiene razón la dirigente socialista, algo no viene funcionando en esta delicadísima y vital materia de la violencia sobre las mujeres. En 2004, la primera ley que se aprobó durante el Gobierno del PSOE fue precisamente la vigente que viene a otorgar una protección integral a la mujer maltratada. No sé a qué nueva ley "contra la violencia sexual" se refería entonces Irene Montero, pero lo que es un dato histórico irrefutable es que fueron los socialistas los primeros en abordar este drama en toda su extensión política, legislativa, administrativa, social, policial y judicial. Una ley de violencia que se consiguió aprobar con el respaldo de toda la Cámara, incluido naturalmente el Partido Popular. 

Los pocos, y muy significativos, que hoy ponen en duda la virtualidad y necesidad de una protección legal específica de las mujeres, en realidad no entienden, ni entenderán jamas, no sólo la naturaleza jurídica contemporánea del principio de discriminación positiva, sino la misma idea de igualdad. La activista nigeriana Chimamanda Ngozi Adiche nos da una definición precisamente desde el principio de la igualdad de lo que es ser feminista: "Todo hombre o mujer que afirma que hay un problema con la situación de género hoy en día que tenemos que solucionarlo, y que tenemos que mejorar las cosas".

 Los pocos que cuestionan la ley de violencia ni son capaces de entender este problema principal de la sociedad española, ni pretenden ni mucho menos solucionarlo, ni buscan en modo alguno mejorar las cosas. Sólo buscan en esta materia, como en cualquier otra, la demagogia, el desapego, la intolerancia y la manipulación. Estos pocos solo buscan, en definitiva, acabar con nuestra democracia. 

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