Opinión

2015: El año de la microeconomía

Hay quien dice que la crisis empezó en el año 2008 y hay quien la sitúa en el 2007. En cualquier caso el comienzo de la misma tiene su vertiente general pero también su aspecto particular. Hubo quien entró en ella en el 2008, otros en el 2010 y algunos ni se han enterado de que la hay. Parece también claro que en los sitios que entraron los primeros (por ejemplo Madrid) serán también los primeros en salir de la crisis, y al revés, los últimos en entrar también serán los últimos en salir.

El 2014 ha sido en España un año de sufrimiento para mucha gente, literalmente de lucha por sobrevivir, a cuyo final han llegado exhaustos, pero en el que se ha conseguido que la recuperación sea un hecho ¡macroeconómico! casi consolidado. Por poner dos datos muy relevantes, el PIB en tasa trimestral lleva 6 subiendo cuando antes estuvimos 10 trimestres seguidos bajando, y el paro disminuye de manera constante aunque sea en términos relativos. Siendo estos datos un gran logro, en lenguaje coloquial se podría decir que macroeconómicamente “se le dio la vuelta a la tortilla”, también es cierto que esa recuperación para muchas familias y pequeños comerciantes no ha llegado en el 2014 o, si lo ha hecho, fue al final del mismo. Por eso he titulado este artículo como el año de la microeconomía, porque este 2015 es el año en el que la recuperación tienen que notarla los ciudadanos de a pie, los que están en la calle, los que ya no puede esperar más. Este es el año en que o vamos para arriba de forma concreta, es decir, cada uno en particular, o tendremos crisis para rato.

Los ciudadanos ya no se conforman con las cifras macroeconómicas, por muy importantes que sean –que lo son-, ahora quieren realidades, y las quieren porque el sacrificio ha sido ¡real! y ahora la recuperación tiene que ser tangible, efectiva, cercana, ¡que se note! La evolución de la situación política en este año de elecciones municipales, autonómicas y generales, nada más y nada menos, va a depender de la microeconomía. Si aumentan los ingresos en las familias, si se consigue empleo, si se vislumbra un futuro profesional, la gente votará de una forma y si no lo hará de otra. Teniendo en cuenta que la singularidad de esa “otra” forma de votar estriba en que por primera vez el sistema bipartidista se cuestiona por la ciudadanía con la irrupción de Podemos, todo un fenómeno político, aunque aún por descubrir en sus ¡inquietantes! consecuencias finales.

Que Podemos pueda o no pueda, suba o no suba, gobierne o no gobierne, dependerá en gran medida de la evolución de la ¡microeconomía! La primera prueba de fuego que va a pasar nuestro sistema político son las municipales y autonómicas del mes de mayo. Puede ocurrir que esas elecciones se utilicen por muchos ciudadanos para mostrar el enfado y el descontento por la prolongación de los efectos de la crisis, porque se piense que, aun siendo comicios muy importantes, su resultado no es definitivo en el rumbo del país. Esto sería un error. En mi opinión lo que hace falta son gobiernos que puedan gobernar, que sean honrados y eficaces, sin espectáculos lamentables de divisiones y enfrentamientos, que conducen a la nada, literalmente, a lo que gráficamente se describe como “ni como ni dejo comer”. Para que la economía mejore en cada casa y en cada negocio lo primero que hay que hacer es ayudarnos a nosotros mismos, empezando por cada ayuntamiento, eligiendo a quien esté dispuesto a pensar en la gente, en ayudar al pequeño, que es el que realmente lo necesita. El grande, más o menos, se arregla.

Bill Clinton, en su campaña electoral de 1992 utilizó una frase que se hizo famosa y le llevó al triunfo electoral: “The economy, stupid”. Parafraseando a Clinton podemos decir que lo que toca en 2015, y será decisivo, es la microeconomía.

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