Opinión

Blas de Lezo o la lucha a pesar de los recortes

Se acaba de inaugurar en la Plaza de Colón de Madrid una estatua dedicada al almirante español, de origen vasco, Blas de Lezo y Olavarrieta (1689-1741), al que en su tiempo se le apodó “Patapalo” o “Mediohombre”. El origen de ese apodo estaba en las numerosas heridas de guerra que sufrió: amputación de la pierna izquierda, tuerto del ojo izquierdo y pérdida del antebrazo derecho. El caso es que los soldados a sus órdenes apresaron en el mar de Cartagena de Indias un barco corsario, le cortaron una oreja al capitán y lo enviaron a Inglaterra advirtiendo que lo mismo le harían a su rey si lo veían por allí (un barco corsario era un barco que pirateaba legalmente con autorización del rey de Inglaterra, el antecedente del moderno “Agente 007, con licencia para matar, al servicio de su majestad”). El rey inglés montó en cólera (¡como se atreven los españoles a cortar una oreja a un pirata del rey con la documentación en regla!), y para vengar el agravio envió la mayor flota naval que se había visto en la historia, mayor que la famosa Armada Invencible de Felipe II.

Blas de Lezo, con sus heridas encima, 6 barcos y 2.830 soldados, como militar al frente de la defensa de Cartagena de Indias, entonces española, se enfrentó a la armada inglesa que dirigía el almirante Edward Vernon compuesta por 186 barcos, 2.000 cañones y 25.000 soldados. La desproporción era absoluta. Pues a pesar de ello, Blas de Lezo venció a los ingleses, que se volvieron con el rabo entre las piernas a su país después de recibir una dosis de “jarabe de palo” que les dio el almirante “Patapalo”.

Los ingleses han borrado de su gran historia esta derrota ante los españoles, aunque eso sí, al almirante Edward Vernon lo enterraron con honores en la Abadía de Westminster. Sin embargo los británicos sí han exaltado el triunfo del almirante Nelson contra España en la batalla naval de Trafalgar (Cádiz), denominando a una de sus más famosas plazas con ese nombre, en donde erigieron una estatua de Nelson sobre una columna tan alta que al pobre casi no se le ve. Por el contrario los españoles casi nos hemos olvidado de Blas de Lezo (se sabe que está enterrado en Colombia, pero se desconoce el lugar), entre otras cosas por esa leyenda negra e injusta sobre la historia de España. Hasta que, por fin, se inauguró hace unos días una estatua del almirante “Patapalo” en la Plaza de Colón, que vi por casualidad la semana pasada al salir del parking situado debajo. La estatua es bonita, pero está aislada y no resalta. En mi opinión debería haberse hecho con un pedestal un metro más alto que la columna de Nelson en Trafalgar Square, para que quede claro que Blas de Lezo fue mejor almirante y más valiente que Nelson.

En fin, viendo lo esforzados que eran Blas de Lezo y sus soldados, y la victoria que consiguieron, uno se pregunta si es cierto que todo lo que ocurrió en España a lo largo de los siglos fue tan malo, sobre todo constatando lo que ocurre ahora, en palabras de Felipe González “la corrupción es agobiante”, o la facilidad con la que se minusvalora lo que han hecho generaciones anteriores (ahora se dice que la Constitución del 78 es un “candado” que hay que abrir), o viendo que nadie habla de la necesidad de esforzarse para salir adelante, como esperando a que alguien arregle esto. Y lo cierto es que esto lo tenemos que arreglar con el esfuerzo de todos. Precisamente estoy leyendo un libro de Javier Reverte titulado “Un otoño en Roma” y el autor cuenta que cuando unos becarios españoles residentes en esa ciudad le dijeron que tenían miedo al futuro y que no sabían como salir adelante, les contestó: “Luchad, luchad sin tregua”, “pelea incluso a sabiendas de que vas a perder”. Este consejo es en realidad la receta de toda la vida, la única que vale para salir adelante. Blas de Lezo la aplicó. Seguro que tuvo miedo, le recortaron todos los medios de defensa, pero luchó y luchó, a sabiendas de que iba a perder, y al final ganó.

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