Opinión

Un carnaval inteligente

Dijo el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) que “la potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”. Ahora, casi un siglo después de que Nietzsche llegará a esa conclusión utilizando solamente la razón, la neurociencia concluye, basándose en experimentos científicos, que la inteligencia y el humor bien entendido van de la mano. Y ese humor se expresa de distintas formas, con ironía, con gracia, sabiendo reírse de uno mismo, con gestos o con un buen disfra


En el carnaval de Ourense hay de todo y según las zonas. Desde el Entroido de Laza en el que los Peliqueiros se esfuerzan para que los foráneos que los visitan se lo pasen estupendamente con sus atrevidas bromas y todos se queden con las ganas de repetir al año siguiente, si es que salen ilesos de tan alegre experiencia, por supuesto, pasando por los Cigarróns de Verín, las Pantallas de Xinzo, los Troteiros de Bande y demás expresiones carnavalescas. Con todo a mí me gustan más las expresiones de buen humor que se reflejan en los disfraces individuales o los de grupo originales, basados en la ironía, que dan rienda suelta a la alegría sana, al reírse de uno mismo en compañía de otros que también se ríen de sí mismos y que, además, son capaces de ir a cara descubierta o al menos mostrarla con desparpajo en algún momento de la fiesta.


El sábado pasado estuve cenando con un general decimonónico de banda e insignia al pecho, al que sólo le faltaba el espadón y el caballo blanco, con un grupo de monseñores y monaguillos con confesionario incluido, algún romano que otro, alguna dama de época, unos piratas del Caribe, un Elvis Presley con más pelo en pecho que en la cabeza, un rey de copas (las de la baraja, no de las otras) y hasta un cura de pueblo con boina y colilla incluida que ponía un poquito de orden en el jolgorio. Todo un marco de personajes propio de un cartel anunciador del Entroido de Ourense. Pero como todos los años, eché en falta un disfraz que a mí me parece que sería muy original y que no se prodiga, el de psicoanalista tipo Sigmund Freud, que como se sabe estudio el significado inconsciente de nuestros actos y que podría dar mucho más juego del que nos suponemos, porque anda que habría materia para analizar y conclusiones graciosas a las que llegar.


En fin, el carnaval tiene algo de sueño festivo en el que nos olvidamos un poco de la realidad de la vida. Ya lo dijo Calderón de la Barca “la vida es un sueño, y los sueños, sueños son”. Pues eso, aunque le quitemos algunas horas al sueño, soñemos con alegría estas fiestas de Entroido, sabiendo que el humor va unido a la inteligencia y que por lo tanto queda demostrado científicamente que en Ourense hay mucha inteligencia, porque de humor vamos sobrados.

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