Opinión

El comando “Conop 8888”

Dicen que cada vez más el concepto “colapso civilizatorio” está en las agendas de los organismos que velan por el futuro de la humanidad. De hecho, la NASA ha publicado que los glaciares del Polo Norte se derriten sin remedio y que ello provocará una elevación del nivel del mar que inundará ciudades como Nueva York. Que esta ciudad esté, hipotéticamente, unos centímetros por debajo del nivel del mar podría ser el icono de un cambio a nivel terrestre realmente histórico, casi diríamos que sería el símbolo del cambio de era, o sea, que sería digno de una película de Hollywood.

Podría ser tan seria la cosa que el Pentágono ha tomado cartas en el asunto, no para solucionarlo, si no para prever lo que ocurrirá y como afrontar la seria crisis que se nos podría venir encima. Y es que el Pentágono va más allá y no se queda solo en el problema del Polo Norte, sino que afirma que se produciría una convergencia de tres crisis: alimentaria, económica y energética, y que la combinación de las tres pondría en peligro la supervivencia de la humanidad. En realidad estas tres crisis son la consecuencia del cambio climático, es decir, cada vez más calor y menos agua. Como consecuencia de ello se supone que no habrá alimentos suficientes para toda la humanidad, que el agua será un bien escaso y que alimentarse será cada vez más caro. Sería tal la magnitud de la catástrofe que, según algunos informes, sólo el 30% de la población mundial sobrevivirá.

Para afrontar al problema del día después, no para evitarlo, el Pentágono ha creado un Comando Estratégico que se entrena para hacer frente a esta gran catástrofe planetaria. Todo esto se recoge en un informe denominado “Conop 8888” que fue realizado en el año 2011. Este informe y otros muchos hay que tomárselos en serio, pero con reservas, porque realmente ese colapso puede ocurrir si no se toman medidas, y precisamente en este último aserto está la clave, que es evitable si se adoptan esas medidas, es decir, que nada está escrito ni predeterminado y que la humanidad puede darle la vuelta a las previsiones.

Un buen ejemplo de la capacidad de evitar catástrofes es la predicción que en el siglo XIX hizo Thomas Malthus, el padre de la genética, cuando afirmó que se produciría un colapso de la humanidad ya que esta crecería geométricamente (2, 4, 8, 16) y sin embargo la producción agrícola, por lo tanto los alimentos, sólo lo haría aritméticamente (1, 2, 3, 4). Este gran científico no fue capaz de imaginar que la producción agrícola sí se iba a incrementar de forma espectacular gracias a nuevas técnicas de cultivo, hasta el punto de que hoy se alimenta a miles de millones de personas y el hambre se reduce cada vez más, y si no se elimina no es porque no se pueda, sino porque tiramos lo que nos sobra. Ya sabemos que el futuro no está escrito de forma inmutable y que si nos ponemos a ahorrar agua, a optimizar los alimentos, a cuidar el medio ambiente, a buscar nuevas fuentes energéticas y a actuar de forma razonable, la humanidad podrá seguir viviendo en este planeta unos cuantos milenios más. Hay alimentos, agua y energía de sobra para todos si aplicamos el sentido común que debería sobrarnos, aunque a veces no lo parezca.

Y sin olvidar que hay quien afirma que el calentamiento del planeta puede dar lugar a una nueva glaciación, lo que crearía otros problemas igual de graves. En fin, que la civilización humana, por muy avanzada que nos parezca, se la juega si desata las fuerzas de la naturaleza. Ya lo dice la Biblia en el Génesis, la humanidad no debe tocar el árbol de la vida porque al tocarlo nos arriesgamos a desaparecer. El árbol de la vida nos exige ser respetuosos con el orden natural que nos fue regalado. A veces, para saber lo que hay que hacer sólo es cuestión de conocer la historia y aprender de lo que está escrito desde el principio de los tiempos.

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