Siempre he pensado que los avances del ser humano se deben mucho más a los descubrimientos científicos y tecnológicos que a las ideologías políticas, sin perjuicio de que estas hayan servido para poner un poco de raciocinio en las relaciones sociales. De hecho si no hubiese sido por la ciencia y la tecnología, seguiríamos viviendo como lo hacían los egipcios, los griegos o los romanos, es decir, con una gran capacidad de razonar pero desplazándonos a caballo o en carro. Los descubrimientos científicos se basan en el experimento, es decir en la prueba-error, prueba-error, hasta que llega el acierto.
Cuentan que Thomas Edison para descubrir la forma de utilización práctica de la energía eléctrica (la bombilla) tuvo que hacer unos seis mil experimentos, y cuando alguien le preguntó: “¿No le desanima tanto fracaso?”, él contestó: “Yo no he fracasado seis mil veces. Lo que he descubierto son seis mil maneras en que el foco no funciona”. De la contestación de Edison se deducen dos cosas: una, que del error se aprende y mucho; y otra, que él no creó la energía eléctrica sino que sólo (lo de sólo es un decir) descubrió la forma de aplicarla.
Esta respuesta de Thomas Edison, que nos hace ver su modestia, me vale para comentar la reciente noticia de que se ha creado vida artificial a través de un cromosoma sintético implantado en una célula viva. Si esto es cierto sería el mayor logro del ser humano con muchísima diferencia, hasta el punto de que, probablemente, no habría nada que se le pudiese igualar. Sin embargo la verdad es que la noticia no se corresponde con la realidad, porque lo que se ha hecho es crear un cromosoma sintético de levadura que se ha implantado en una célula viva, sin la cual el experimento no valdría para nada, porque realmente la que está llena de vida es la célula. Esto es más o menos como si en un coche sustituimos el ordenador que viene de fábrica, o sea el de serie, por otro tuneado o modificado que aunque mejora el rendimiento del coche no vale para nada si no tenemos vehículo en el que instalarlo.
Parece evidente que de crear vida artificial nada de nada, sino que más bien se trataría de una manipulación de la naturaleza. Mi opinión de que no es cierto que se haya creado vida artificial se vio confirmada cuando el otro día leí una entrevista a Jef Boeke, genetista de la Universidad de Nueva York y líder del equipo de científicos que fabricó el cromosoma sintético de la levadura, el cual al preguntarle si realmente se había creado vida artificial contestó: “No. Definitivamente esto no es crear vida artificial”. Esta contestación demuestra que los grandes científicos o investigadores, entre los que se encuentran Thomas Edison y Jef Boeke, son personas modestas, reflexivas y con los pies en el suelo.
