Opinión

Homo Sapiens Absorptus

La evolución humana se basó en el desarrollo del cerebro y el uso de los dedos. Un primer paso evolutivo fue el uso prensil del dedo pulgar de la mano que hizo que apareciera el “Homo Habilis”, lo que permitió e-l desarrollo del cerebro y con ello a la aparición del “Homo Sapiens”.

Cuando el hombre fue capaz de entender la importancia de los dedos, surgió el gran Miguel Ángel, y en sus frescos de la Capilla Sixtina imaginó que la vida del ser humano comenzó cuando Dios se la concedió acercando su dedo índice hasta casi tocar el mismo dedo de la mano del hombre, lo cual demuestra que para el gran pintor italiano no todos los dedos son iguales y que el índice, en latín “digitus secundus”, es el fundamental. Prueba de ello es que este dedo siempre fue conocido como el dedo del gatillo, imprescindible en toda guerra, o que Steven Spilberg, en su extraordinaria película “E.T. El extraterrestre”, imagina a este personaje del universo y del futuro con un dedo índice superdesarrollado que se iluminaba en la punta como si fuera una linterna.

Como la evolución es imparable, ahora nuestro dedo índice ha dado un salto hacia adelante y se ha convertido en el dedo digital, es decir, el fundamental para el uso de los móviles, smartphones y demás aparatos tecnológicos, de tal manera que sin él difícilmente se hubiese desarrollado internet y no digamos WhatsApp. Y con WhatsApp parece que estamos evolucionando hacía una nueva subespecie humana que podría llamarse “Homo Sapiens Absorptus”, o sea, el hombre absorto, el que está enfrascado en algo con despreocupación de todo lo que lo rodea. Prueba de ello son los primeros y acelerados síntomas en el comportamiento humano que ya son apreciables tanto en la juventud como en la mediana e incluso en la tercera edad, tal es la expansión del fenómeno.

Por ejemplo, como nos ocurría en la prehistoria nuestra mirada está volviendo a concentrarse en pequeñas distancias (la que nos separa del móvil), la capacidad de asimilar información se está reduciendo a la más básica y sencilla (los twitters), existe un cambio preocupante en las relaciones gastronómicas (a la hora de comer tenemos que contestar y mandar tantos mensajes que apenas conseguimos llevar un bocado a la boca y por supuesto olvídate de hablar con los demás comensales como no sea a través de WhatsApp), hay modificaciones del lenguaje (“qdms sta tard en kll dl Paseo”) y hasta está surgiendo un nuevo tipo de accidente que podríamos llamar el “accidente digital” y que se concreta, por ejemplo, en un aumento cuantitativo muy considerable de la posibilidad de estrellarse contra una farola mientras caminamos por la calle absortos por los mensajes del chat.

De seguir esta evolución no se puede descartar que la situación se convierta en irreversible y se produzca la paradoja de que un dedo nos creó y otro nos aniquiló. En fin, durante esta evolución hacía esta nueva subespecie de “Homo Sapiens Absorptus” habrá que estar muy atentos a no rompernos la crisma en un “accidente digital” y, sobre todo, hacer un seguimiento exhaustivo de la punta del dedo índice por si se nos ilumina de noche la habitación como le ocurría a “E.T. El extraterrestre”.

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