Opinión

Inocencio

Así que el sábado Inocencio se puso manos a la obra y se dio una vuelta por la noche ourensana, vestido de paleto con su boina y su paraguas a la espalda colgado del cuello de la chaqueta. “Vas muy apropiado -le dije-, aunque no sé si pegarás, ahora los disfraces son modernos, sobre temas gallegos la gente no se disfraza”, a lo que él me respondió: “¿Entón os peliqueiros, as pantallas, os cigarróns, non son galegos?” Jajaja, pues claro que lo son, le dije, “pero son más bien etnológicos” –digo yo, que de esto no sé nada-. En fin, etnológicos o no, a él le apetecía ejercer de gallego a tope así que, qué mejor que vestirse de aldeano gallego. La divertida y sana fiesta de esa noche es secreto del sumario, ahora que está tan de moda y todo el mundo entiende lo que eso significa, o sea, leer los secretos con pelos y señales en la prensa.

Al día siguiente, recuperado de la resaca carnavalera, Inocencio me propuso darnos una vuelta en el tranvía, y claro, yo no sabía de que me hablaba, así que le contesté: “¿Qué tranvía, el de Parla?”, relacionándolo con la destitución de Tomás Gómez. “No, no, el que se construyó en la calle del Progreso”, afirmó. Después de reírnos, aunque yo creo que él no sabía muy bien por qué lo hacía, le explique que eso había sido una promesa electoral y que al final no se construyó, aunque viendo lo que ocurrió en Parla donde, al parecer, el coste del kilómetro de tranvía ha salido más caro que el kilometro de AVE, mejor es seguir desplazándonos en bus. En fin, Inocencio se lo pasó bomba en este Entroido de Ourense y cuando, con mucha pena, se ha marchado, me ha prometido que seguiremos comentando la actualidad ourensana a través de facebook, whatsapp y lo que haga falta, porque según él la retranca gallega es perfectamente compatible con la modernidad. Así que espero con interés los futuros e inocentes comentarios de Inocencio, desde la perspectiva que le da su lejanía. 

Mi amigo Inocencio, ourensano residente en Nueva York y que viaja constantemente por el mundo adelante, después de bastantes años, se ha venido a pasar unos días a Ourense con ocasión del Carnaval. Antes de trasladarse a nuestra Auria Vella se dio una vuelta por Santiago, supongo que para recordar sus tiempos de estudiante y visitar al Apóstol. Nada más llegar, después de los saludos y abrazos pertinentes, me dijo: “Oye, me he quedado impresionado con el nuevo aeropuerto de Lavacolla y con la autopista Santiago-Ourense”, y, sin mediar palabra por mi parte, me preguntó: “¿Sabes en que se parecen las dos?”, y yo, pobre de mí, le expuse varías posibilidades técnicas (¡que atrevido soy!), hasta que Inocencio, así como quien no quiere la cosa, sentenció: “Son dos obras vacías de contenido”.

Jajaja, mientras nos reíamos le dije: “Qué exagerado eres. No has perdido la retranca gallega” y él, muy seguro de sí mismo, afirmó: “Eso nunca se pierde”. De hecho me explicó que cuando alguien le dice que los gallegos nunca se sabe si subimos o bajamos, les contesta: “El gallego siempre sabe si sube o si baja, el que no lo sabe es el que se cruza con él”. Jajaja, Inocencio es grande, se siente orgulloso de ser gallego y ejerce de ello.

Me contó que sigue todo lo que ocurre en nuestro Ourense a través de La Región digital, que consultarla todos los días es como una ráfaga de aire fresco, y que sentía mucha curiosidad por el auge del Entroido en nuestra provincia. Así que estos días se ha dado unas vueltas por Verín, Xinzo y Laza y me ha confesado que está asombrado, que se nota que todo es muy espontáneo, popular y con gran ambiente. Inevitablemente lo comparó con otros tiempos: “¿Te acuerdas de nuestra época de estudiantes de bachillerato?, entonces estaba prohibido y había colegio, incluso nos advertían muy seriamente que se pasaría lista, por si se nos ocurría marcharnos de carnaval”. Pues sí, la vida da muchas vueltas y ahora lo que parece que está prohibido es andar por la calle sin disfrazarse.

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