Opinión

MANDELA Y LA GRANDEZA DEL PERDÓN

Ha muerto Nelson Mandela, y con él, el último gran luchador por la igualdad de los seres humanos. Desde que los negros africanos fueron esclavizados en América, ha costado varios siglos lograr la eliminación de las desigualdades legales que afectaban a estas personas. En ese proceso destacan, por méritos propios, Abraham Lincoln, que abolió la esclavitud en Estados Unidos, y Nelson Mandela, que consiguió acabar con el régimen del apartheid en Sudáfrica.


Mandela era abogado (igual que Lincoln) y se dedicaba a asesorar jurídicamente a los negros pobres y a luchar por la igualdad y la libertad política de su raza, lo que le costó una condena a cadena perpetua. Después de 27 años de privación de libertad, fue liberado el 11 de febrero de 1990 gracias a su constancia y la presión internacional para acabar con el régimen del apartheid. En 1994 ganó las primeras elecciones multirraciales que se celebraron en Sudáfrica y se convirtió en presidente de su país entre 1994 y 1999. Recibió el premio Nobel de la Paz.


Con todo, lo que verdaderamente ha hecho de Nelson Mandela una persona extraordinaria es el haber sabido perdonar. Cuando llegó a presidente pudo iniciar un proceso de depuración de responsabilidades contra los que injustamente lo habían privado a él de libertad y habían apartado ('apartheid') a los ciudadanos de su raza, y encarcelarlos al menos el mismo tiempo que él lo estuvo, y sin embargo, no lo hizo, y con ello permitió la reconciliación, al menos política, de los sudafricanos. La capacidad de pedir perdón y, sobre todo, la fuerza moral de perdonar es algo que demuestra una grandeza de espíritu que no son capaces de entender las personas de talla pequeña. El perdón de Nelson Mandela agranda su figura humana.


Con motivo de cumplirse los 50 años desde que fue arrestado, se construyó en el lugar en que se produjo su detención un monumento, obra del escultor Marco Cianfarrelli, que está hecho con 50 placas de acero de 10 metros de alto cada una, de color negro, y que según como se mire representa la celda de la prisión de Robben Island (en donde cumplió la mayor parte de su condena), o si se observa desde un lugar determinado, representa la cara de Nelson Mandela elevada sobre ese lugar. Pocas veces un monumento está ubicado en el lugar exacto que le corresponde, el del arresto y donde comenzó el cautiverio. Ahora, ese monumento y el rostro que representa lo han convertido en un lugar ligado a la lucha por la libertad. Gracias a su capacidad de perdonar, Nelson Mandela ha logrado que una vez más la grandeza de espíritu haya triunfado. Líderes hay muchos, meritorios menos, pero grandes, lo que se dice 'grandes', solo son aquellos que han ofrecido su mano, su paz y su perdón, y entre estos está Mandela.

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