Opinión

Los oráculos, Grecia y España

Esto de los oráculos y las adivinanzas sobre el futuro es tan antiguo como la humanidad. El oráculo es una respuesta que da un “dios” a una cuestión humana a través de un sacerdote o de señales físicas. En Grecia el más famoso era el Oráculo de Delfos, con su sacerdotisa llamada Pitonisa que entraba en éxtasis frenético para dar la respuesta. En la época de los romanos, el caso más célebre de adivinanza a través de señales fue el del asesinato de Julio César. El día antes de su muerte habían chocado ruidosamente y sin causa aparente las lanzas de su capilla privada, su mujer soñó que lo iban a degollar y le pidió que no fuera al Senado, pero la mayor casualidad fue que el propio César la noche anterior, cenando con su amigo Marco Lepicio, planteó cual era la mejor muerte y él mismo concluyó: “La imprevista”. Con tantas señales nefastas, al amanecer del día siguiente, antes de salir de su “domus”, su adivino le dijo a César: “Cuídate de los Idus de marzo”. Este se rio y se fue al Senado confiado en que iba a devolver la dignidad al pueblo de Roma y allí se encontró con la que él consideraba la mejor forma de morir, la imprevista, aunque no por muerte natural sino por asesinato. Al final Roma entró en una época muy convulsa. 

Estos oráculos y adivinanzas del mundo antiguo siguen existiendo actualmente, aunque de forma inofensiva -salvo que te desplumen echando las cartas- y con otros nombres: “tarot”, “nigromancia”, “horóscopo”, etc. Yo no creo en nada de esto, pero… como decimos en Galicia, “non creo nas meigas mais habelas, hainas”. El caso es que precisamente cuando en Grecia ha tomado posesión como primer ministro Alexis Tsipras, el líder de Xyriza, han ocurrido algunos hechos que me hacen recordar los oráculos y adivinanzas de la antigüedad. Ese mismo día murió Demis Roussos, se estrelló un avión griego de combate en España que causó la muerte a sus pilotos y a varios militares franceses al incendiar otros aviones. Al día siguiente su prima de riesgo se elevó 100 puntos, así, de golpe, ¡con el sacrificio que cuesta bajarla! 

Viendo estas “señales” tengo para mí que si Alexis Tsipras viviese en la época de Julio César su adivino particular y de confianza le diría al amanecer: “Cuídate de los Idus de febrero”. Aunque tal vez los que debemos cuidarnos de estos Idus seamos los españoles. No digo marzo (en este mes asesinaron a César) sino febrero porque es cuando Grecia se juega “ser o no ser”, estar en el euro o no estar, tener financiación o no tenerla. En los próximos meses los griegos necesitan miles de millones de euros para atender a sus necesidades ¡perentorias! y, además, renovar el rescate, o sea, tienen que aclarar a Europa (los únicos que les prestan son la UE, el BCE y el FMI) como van a devolver los 240.000 millones de euros que se le ¡prestaron! En esto los españoles debemos estar muy atentos porque ¡26.000 millones! se los prestamos nosotros cuando estábamos en plena crisis, todo un acto de solidaridad con el pueblo griego, porque para hacerles ese préstamo nos hemos tenido que apretar más el cinturón, no les prestamos lo que nos sobraba. 

En fin, los griegos son muy libres de subirse el salario mínimo (¡ahora más alto que en España!), de obtener financiación fuera de Europa (¡si alguien se la da!) y de darle a su economía la orientación que quieran. Pero todo eso lo pueden hacer ¡con su dinero!, no a cuenta de no devolvernos los 26.000 millones que los españoles les ¡prestamos! Vamos, que si los griegos son tan amables de devolvernos este mismo año 2015 esos 26.000 millones, los españoles les estaríamos muy agradecidos porque aliviarían mucho los sacrificios que hacemos nosotros y porque no vaya a ser que los nefastos oráculos y señales con los que ha empezado a gobernar Tsipras en realidad sean una advertencia a España y al final nos quedemos sin nuestro dinero. Ya no digo que Tsipras nos dé las gracias por nuestra solidaridad, eso es mucho pedir. Lo dicho, “habelas, hainas”.

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