Opinión

Los puentes de Ourense

El título de esta columna puede sonar un poco cinematográfico y recordar a “Los puentes de Madison”, la famosa película basada en una historia de amor que surge en torno a unos puentes cubiertos. En realidad alguna relación hay, en el sentido de que nuestros puentes podrían ser, con mucha más razón, el escenario de más de una película, ya sea individualmente o en conjunto.

Tenemos en Ourense cinco puentes principales, A Ponte Romana, A Ponte Nova, el Viaducto, el Puente del Ribeiriño y el del Milenio, cada uno de su época y de distinto estilo. El más famoso es sin duda el romano, del siglo I, construido en época del emperador Augusto -o en la de Trajano- y reconstruido en la Edad Media por los obispos de Ourense. Se dice que su arco principal era el de más luz de la época de los romanos. Fue declarado, junto con la Ermida dos Remedios, monumento histórico artístico por decreto de 6 de abril de 1961, a propuesta de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En ese decreto (BOE de 18 de abril de 1961) se dice que “el llamado Puente Viejo o Romano de Orense es uno de los más monumentales, antiguos y bellos de Europa” y afirma que su origen romano “todavía se manifiesta en las pilas del basamento (…) y en los sillares”. Este reconocimiento legal demuestra que nuestro Puente Romano es real e identifica a nuestra ciudad, aunque la historia de su construcción seguramente diese para una buena novela.

De hecho algunas de las ciudades más importantes y famosas del mundo se identifican por sus puentes. El puente de Brooklyn en Nueva York, la Ponte Vecchia de Florencia, el Golden Gate en San Francisco o el Tower Bridge en Londres, por no hablar de los puentes de Oporto. Algunos de estos puentes tienen un valor histórico, por ejemplo la Ponte Vecchia; otros, un valor funcional como vías de comunicación (Golden Gate), y otros permiten pasear y disfrutar de ellos a los peatones y visitantes (los puentes metálicos de Oporto).

En Ourense tenemos puentes de todas las clases, histórico (A Ponte Romana), funcionales (Viaducto y Ponte Nova) o el del Milenio (funcional, artístico y turístico) que nos permite disfrutar de unas vistas excepcionales desde lo alto de sus escaleras y sentirnos casi en el medio del río mientras subimos y bajamos haciendo un bucle sobre el puente, elevándonos y descendiendo como si voláramos sobre las aguas del Miño. En fin, Ourense podría ser, debería ser, la Ciudad de los Puentes. Tal vez el dicho “Tres cousas hai en Ourense que non as hai en España, O Santo Cristo, a Ponte Romana e as Burgas fervendo auga”, se haya quedado un poco corto, porque ahora ya son varias as pontes y a las Burgas se han añadido las termas.

Nuestros visitantes se admiran paseando o viendo el Puente Romano, pero también es espléndida la vista de todos los puentes desde la terraza del centro comercial Ponte Vella. Tenemos puentes para enseñar, promocionar y disfrutar nuestra ciudad. Puentes que siempre han sido manifestación de progreso y que quedan como patrimonio para muchas generaciones futuras. Puentes que siempre se construyen con el esfuerzo y el consenso de todos. Tal vez, en esta época tan convulsa, Ourense necesite de esa clase de consenso y esfuerzo que ha permitido construir esos puentes, porque si algo hará que nuestra ciudad progrese y se desarrolle adecuadamente es la unión de los ourensanos, el tender puentes hasta llegar a unirnos sobre las aguas turbulentas y superarlas. En fin, construyamos al lado de los puentes de piedra los nuevos puentes de las ideas y los objetivos comunes en beneficio de Ourense.

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