Opinión

¿Somos un país de pandereta?

Últimamente oigo a mucha gente decir que España es un país de pandereta, y la verdad es que a veces, viendo lo que ocurre, puedes caer en la tentación de decir que sí, que “somos un país de pandereta”. Si no me equivoco, el que acuñó esta expresión fue Antonio Machado (1875-1939), miembro de la Generación del 98, el cual en una de sus poesías utilizó está frase: “España de charanga y pandereta”. Machado consideraba que España era, por un lado, un país volcado en la fiesta, en la picardía y en la falta de seriedad; y por el otro, un país triste, de espíritu quieto, que ora y bosteza. La España que describe Machado es la anterior al año 1939.

Pero ¿y ahora?, ¿somos un país de pandereta? Dicen que las personas no cambian y que de mayor se tienen las mismas virtudes y defectos que de joven. Sinceramente no creo que esto sea así, no creo que las personas o las sociedades estemos fatalmente predispuestos por nuestros genes o nuestra idiosincrasia. Sí se puede cambiar, lo que no quiere decir que para hacerlo no haya que luchar y que lleve su tiempo. Y esto es lo que creo que ocurre en España. Nuestro país fue, fundamentalmente, una “España de charanga y pandereta”, pero desde hace unas cuantas décadas se está luchando para que esto deje de ser así, lo que ocurre es que, ahora mismo, conviven el espíritu de la charanga con la decisión de hacer una sociedad seria y eficaz. A la realidad me remito. 

Es de pandereta, por ejemplo, que los consejeros de Bankia tuviesen unas tarjetas para sus gastos racionales y la utilizasen para todo (bares, fiestas, compra de ropa, viajes, retirada de dinero en metálico…) menos para lo que debía ser su uso adecuado, y esto cuando esa entidad tuvo que ser rescatada. Y sin embargo es seria y eficaz la actuación de los Ministerios de Economía y Hacienda, que han descubierto el “pastel” y les han enviado a la Agencia Tributaria. Son de pandereta los casos de corrupción política que se han descubierto y sin embargo es propio de un país avanzado la lucha judicial sin cuartel que se sigue contra los mismos. Como también es de pandereta que el Gobierno de Canarias se oponga a que se hagan prospecciones petrolíferas en sus aguas y monte una consulta ilegal, cuando esas mismas prospecciones las hará Marruecos en sus aguas territoriales que son colindantes con las Canarias. Claro que la que es seria es la actuación del Ministerio de Industria y las resoluciones judiciales que han autorizado dichas prospecciones. 

¿Y que me dicen del ébola? Ha sido loable, se hizo con total eficacia y seguridad, y es propio de un país avanzado traer a los dos misioneros españoles desde África, pero es de pandereta lo que ha hecho el Ministerio de Sanidad (con doña Ana Mato al frente) con el seguimiento de los profesionales sanitarios que atendieron a los enfermos infectados y con la forma de tratar la enfermedad de la auxiliar de enfermería, a la que se trasladó en una ambulancia que después se fue a recoger a más pacientes, ¡sin desinfectarla!, ¡Dios quiera que no se hayan contagiado!

Como también es de pandereta que nos gobiernen los que pierden las elecciones y no los que las ganan, lo que han solucionado países con mucha mayor tradición democrática que España aplicando un sistema mayoritario o de doble vuelta, y así se evitan espectáculos como el del Ayuntamiento de Ourense, sumido en el desgobierno desde hace cuatro años. En fin, que dejar de ser un país de pandereta lleva su tiempo, pero no cabe duda que España se ha embarcado en la lucha para acabar con esa tendencia nacional y que poco a poco se va logrando, porque la corrupción y la ineficacia tienen cada vez menos adeptos y simpatías en el país, lo que no está reñido, ni mucho menos, con el carácter alegre, desenfadado y acogedor de los españoles que atrae cada año a millones de turistas que se siente felices y seguros en una España que cada vez es menos un país de pandereta.

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