Opinión

Entonces, ¿por qué luchamos?

Anteanoche, una pequeña manada de lobos, ya saben, una especie en inminente peligro de extinción, que camparon solitarios por las pantallas de televisión a lo largo de quinientos y no sé cuántos más programas de un concurso titulado "¡Boom!", o algo así, se hicieron con más de seis millones de euros y el regocijo consiguiente a haber batido no solo el récord mundial de permanencia en un programa, sino también el de dinero conseguido en él.

A medio programa, uno de sus miembros, profesor universitario, que, en su momento, se decidió a organizar la tal manada -lo hizo así en vista de que sus emolumentos mensuales como tal no pasaban de trescientos cincuenta euros, tenía un cáncer y no vislumbraba un futuro digno- tuvo una intervención que me recordó a la de Riccardo Muti cuando, dirigiendo la archiconocida ópera de Verdi, interrumpió el coro de los esclavos cuando acababa de afronta el "va pensiero", recuerden aquello de  "oh, patria mía, tan bella y perdida!- y , entre otras cosas, dijo: "Esto no es sólo por la alegría patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando yo dirigía el coro cantando 'oh, mi patria, hermosa y perdida,' pensé que si continúa así, si no ayudamos a la cultura, verdaderamente nuestra patria será realmente 'hermosa y perdida'. Pueden buscar el momento en Internet, es emocionante.

Este lobo estepario, en algún preciso momento del programa, no recuerdo si antes o después de ganar esos seis millones, pronunció un alegato a favor de la mejora que nuestros gobiernos deben prestarle a la hoy desasistida cultura de nuestro país. Lo hizo en tono sereno y carente de demagogia, carente de la perniciosa manía de hacerlo acusatoriamente desde un ámbito ideológico o desde el contrario y no despertó emociones, que es algo a lo que siempre tendemos en este país, desgraciadamente, y si reflexiones que, además de recordarme al director de orquesta italiano, me hicieron evocar a Churchill respondiendo a las críticas recibidas en el Parlamento por destinar a la cultura, en tiempos de guerra, los mismos presupuestos que en tiempo de paz, con una sencilla pregunta. ¿Cuál? La siguiente: "Si no luchamos por nuestra cultura ¿por quién estamos haciéndolo?". Es tiempo de que se promulgue una Ley del Mecenazgo que evite el dirigismo político y supla las carencias presupuestarias de los distintos y sucesivos gobiernos promoviendo la iniciativa privada de una bendita y necesaria vez.

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