Opinión

Los gallegos del sol naciente

Hartito que estoy de películas y de series de televisión en las que unos aguerridos agentes del FBI o de la CIA salvan al mundo, entre interminables y tediosas persecuciones automovilísticas, cada vez que su estabilidad (la del mundo, claro; la de ellos y emocional está todavía por demostrar) se ve comprometida. Así que anteayer dejé que anocheciese mientras veía una película deliciosa y tierna, llena de risas, de sonrisas y de sentimientos que todos alguna vez tenemos; al menos alguna vez de vez en cuando, pero que convienen recuperar no vaya a ser que nos olvidemos de que la ternura también existe y existe la alegría de vivir y existe la bondad y por ahí nos andamos… o al menos debiéramos.

La película la que me refiero está dirigida por Hirokazu Koraeeda y se titula "Nuestra hermana pequeña". Algunos la parangonan con "Mujercitas", la novela escrita por Louisa May Alcott, pero poco tiene que ver con el drama romántico que algunos quisieron ver en la obra de la escritora norteamericana cuando pudiera ser más bien un alegato premonitorio del mundo que por fin ha llegado a nosotros. No el de juntos y juntas, no el de novelistos y novelistas, jóvenos y jóvenas, pero si este en el que nos adentramos sin que algunos acierten a verle una salida. La película de Koraeeda no sé cómo habrá sido recibida en Japón, ya me gustaría saberlo. En el fondo es la historia de unas mujeres libres.

Hace unos años, al menos hace unos años, era una provocación el hecho de que, estando en Japón, este escribidor de ustedes se agachase para atarle a su mujer de entonces los cordones de sus zapatos. El hecho de que, en 2015, Koraeeda, proponga una historia de un grupo humano femenino, porque la historia no se limita a la narración de la vida de las cuatro hermanas sino que también abarca la de su madre, la de su tía abuela e incluso la de la dueña del restaurante en donde comen chipirones, no sé cómo habrá sido tomado; es decir, la película transcurre enteramente en un universo femenino en el que ellas son dueñas y señoras de sí mismas.

Vista desde aquí, haciendo omisión de lo que pueda provocar en otras latitudes, incluso teniendo en cuenta que los japoneses pudieran ser los gallegos del sol naciente, mientras que a nosotros ya nos gustaría ser los nipones del sol poniente, la película es amena, es dulce, es divertida, resulta pedagógica y alumbra un mundo que ya existe por mucho que sea otro más duro el que lo oculte. Véanla si tienen la oportunidad de hacerlo. Y ya me contarán. Contemplarla desintoxica mucho de todo lo que queda reseñado más arriba.

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