Opinión

La gamazada

En los últimos días, relevantes dirigentes políticos están alzando voces críticas en relación con el Concierto Vasco y el Convenio Navarro. Planea en la atmósfera un enrarecido ambiente centralista y revisionista a raíz de la DUI y de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. El porcentaje de contribución que paga Euskadi al Estado por las competencias no transferidas a la Comunidad Autónoma Vasca, conocido como el Cupo, está fijado en el 6,24% y en el 1,6% para Navarra. Se trata del peso que tenía cada una de estas autonomías sobre el total del Estado en 1982. Pero ambos territorios han prosperado más que la media y sin embargo los porcentajes se mantienen inalterados desde hace 35 años. Esta tasa es una de las cuestiones que la mayoría de expertos en financiación autonómica considera que hay que actualizar porque el peso de Euskadi y de Navarra sobre el total nacional ha aumentado. 

Los nacionalistas vascos argumentan en sentido inverso, pues la economía vasca hoy ya no supone un 6,24% de la española en términos de PIB, sino un 6,15% y en términos de población los ciudadanos de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa representan el 4,66% del censo español. El profesor Zubiri Oria, uno de los mejores especialistas, en mí opinión da en el clavo: “hay muchas cosas que están mal calculadas. El Cupo está infravalorado y otros elementos esenciales del sistema foral, como el ajuste por IVA, están muy sobrevalorados en favor del País Vasco. Además, falta transparencia. Ni siquiera se dice claramente cuál es la cifra final de Cupo, porque no son 1.300 millones como se está diciendo sino 1.094, tras descontar las políticas activas de empleo. (...) Al final, es un acuerdo que se rellena de aspectos técnicos para obtener un resultado políticamente aceptable para las partes”. La Disposición adicional primera de la Constitución “ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales (…)” del mismo modo que impide trasladar el reconocimiento de esos “derechos históricos” a otros territorios que no sean, Navarra, Bizkaia, Gipúzkoa y Araba. 

Así lo declaró el Tribunal Constitucional en la Sentencia 76/1988. La introducción de la Disposición, se propuso de la manera más curiosa. Lo explica y es ineludible citar a una conocedora en primera persona de lo acontecido, como Virginia Tamayo Salaberría, en su libro “La Autonomía vasca” (pag. 522). La enmienda nº 689 fue elaborada por el portavoz del Grupo Vasco en el Congreso, Xabier Arzalluz, y por el portavoz del Grupo de Senadores Vascos, Michel Unzueta. El propio Arzalluz dio la siguiente explicación sobre el motivo de la presentación de la enmienda: “no estábamos pensando en los Fueros, sino que esclarecimos la estrategia de cómo no tener que decir que sí a la Constitución, porque así creíamos que echábamos encima de ellos la carga de la prueba”. Es decir, se trató de un órdago a la grande. Federico Zabala, senador del PNV, corroboró y matizó ante Virginia Tamayo la explicación: “si no optamos por la vía de la autodeterminación fue porque sabíamos que no iba a prosperar, ya que nos parecía muy fuerte en aquellos momentos”. 

Plantear de manera directa la autodeterminación, aunque con valor testimonial, sería además contraproducente para un partido que preveía asumir en fechas próximas responsabilidades de gobierno. A cambio, sin esperar tampoco su aprobación se decantaron por formular los “derechos históricos”. Herrero de Miñón, en sus Memorias (pag. 162), relata su participación. Se reunió con Arzalluz en Nuevo Club de Madrid: “redactamos lo que sería la enmienda vasca adicional al anteproyecto de Constitución, relativo al restablecimiento del tracto foral y el pacto con la Corona”. 

A todo lo anterior hay que recordar y no olvidar que en Pamplona, situado junto a la fachada de la Diputación, está el emblemático Monumento a los Fueros. La estatua de bronce, a modo de alegoría de Navarra, sujeta con una de las manos el escudo y con la otra muestra al pueblo la Ley Paccionada. Podemos contemplarlo plácidamente desde la pastelería Zucitola o el Restaurante Nalia, que están justo enfrente. Se levantó en 1903 por suscripción popular, en conmemoración a la “Gamazada”, un importante levantamiento popular que se dio en Navarra y otras localidades vascas entre 1893 y 1894 para evitar la abolición de los Fueros que había propuesto en Madrid el por entonces ministro de Hacienda, el liberal Germán Gamazo. Una cuestión es discrepar en la transparencia y el oportunismo político sobre el cálculo del Cupo y otra bien distinta es pretender eliminarlo. Está en el aliento el tema catalán de futuro incierto, no conviene abrir más brechas innecesarias que solo provocarían mayor inestabilidad. Dejemos que el sosiego evite nuevas Gamazadas.

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