Opinión

Caminando con las estrellas: los Urbana Boys

Los Chicago Boys no eran lo mismo que los Urbana Boys. Años de las vacas gordas. La Universidad de Illinois contaba con un gran número de estudiantes extranjeros disfrutando de pingües becas. Una extensa y variopinta urbanización universitaria (Orchard Downs) acogía a las distintas nacionalidades. Destacaban chinos y japoneses, paquistaníes e indios, y una gran colonia de latinoamericanos. Entre ellos, venezolanos y chilenos. Un destacado grupo aterrizó en la Universidad de Chicago, en el Departamento de Economía, bajo la tutela del futuro premio Nobel de Economía, Milton Friedman, y de Arnold Harberger. Procedían, al igual que los llegados a la Universidad de Illinois, de la Universidad Católica de Chile, una prestigiosa institución, élite en algunas de sus especialidades. De vuelta a su país, le dieron un nuevo impulso a la economía chilena, desarrollando nuevas formas de pensamiento económico. Los patrocinaba el Departamento de Estado norteamericana con fondos provenientes de la Fundación Ford. En un momento dado, entre 1957 y 1970, unos cien chilenos pasaron por la Universidad de Chicago como estudiantes en Estudios Avanzados de Economía. Una minoría se matriculó en el seminario que ofrecía el profesor Arnold Herberger, Latin American Workshop y en el de Friedman, Money and Banking Workshops.

El grupo salió de Chicago movido e influenciado por las doctrinas sobre la economía de mercado de Milton Friedman. La mayoría pasó al Departamento de Economía de la Universidad Católica. Se destacaron más tarde, en diferentes períodos, ocupando los Ministerio de Finanzas, Economía, Pensiones, Trabajo, Educación y la dirección y planificación del presupuesto nacional. Sus logros los calificó el profesor Friedman como “el milagro chileno”. Si bien en campos distintos, en menos número, coincidí en mis años en Urbana con el grupo de chilenos llegados al Departamento de Astrofísica de la Universidad de Illinois. La casa del insigne antropólogo, Joseph Casagrande, con su encantadora esposa Mabel, procedente del Museo de Antropología de Guayaquil (Ecuador), era un frecuente lugar de encuentros. Los Urbana Boys, eran sumamente inteligentes, la mayoría con facciones europeas, rubios, ojos azules, elegantes, casados y con varios hijos, de corta edad. Formaban un grupo bien avenido, apiñado, con arraigados sentimientos nacionalistas y marcada añoranza. Los estudios de Astronomía en Chile, pese a las excelentes condiciones que ofrecen algunas regiones para la instalación de grandes sistemas de observatorios, eran, de aquellas (décadas finales del siglo pasado), áreas por explorar. Eran los años en que llegaron los Chicago Boys. Las competencias del campo de estudio eran complejas: mediciones físicas, modelos físico-químicos y matemáticos para poder mejor explorar, analizar y comprender la estructura y dinámica del Cosmos. La teoría se combinaba con la modelación numérica, con la toma de datos, con la detección y la medición.

Por aquellas fechas, 1976, se acababa de instalar el observatorio interamericano de Cerro Tololo, situado en el interior del Valle de Elqui, al sudeste de La Serena y a dos mil doscientos de metros sobre el nivel del mar, al sur del desierto de Atacama. Era la conversación rutinaria de los Urbana Boys. Y un destino preferido. La cercanía del desierto, la atmósfera transparente, las frías capas del aire oceánico, sin turbulencias, convertían la cima del Cerro Tololo, les oí comentar en varias ocasiones, en uno de los mejores sitios para observaciones astronómicas. Sus actuales telescopios son considerados como de los más modernos instrumentos atmosféricos en el mundo. Llevan más de tres décadas funcionando. La Fundación Ford y la Fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos (NSF) contribuyeron, cada una, con la mitad de los fondos. Otros siete telescopios más, aunque de menor dimensión, se encuentran instalados en Cerro Tololo. Noticias más recientes hablan de la construcción del Observatorio Europeo Austral, en Chile, con una gran aportación de la Unión Europea. Se construirá en la montaña Cerro Armazones, Chile, a unos tres mil metros de altitud.

A tales complejos astronómicos y a sus industrias colaterales fueron destinados los Urbana Boys, matriculados en estudios avanzados de Física y Astrofísica en la Universidad de Illinois, con departamentos puntera en Ingeniería. En la casa de Babel y Joseph Casagrande comentaban imaginadas invenciones del mundo de las estrellas y aún más, del origen del cosmos y de sus múltiples agujeros negros.

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