Opinión

El libro como artefacto cultural


Papeles diferentes, lectores diferentes, fines diferentes. En el mundo académico responde a un principio educativo, pedagógico, racional: leer bien, escribir bien, pensar críticamente. Abrir nuevos espacios críticos; nuevos puntos de vistas, investigar. Y la investigación abarca un amplio diseño: desde la crítica textual -ecdótica-, hasta el análisis antropológico o culural de un texto, de una serie de textos, de un periodo, de un género. En el mundo de la cultura la literatura se difunde también movida en parte por grandes móviles comerciales. Un autor se anuncia a veces en la televisión; se establecen reyertas en las secciones culturales; se organizan ferias de libros, debates, polémicas. Los premios se anuncian con gran algazara, y se está al día en cuanto a los libros más vendidos. Y no necesariamente los más leídos. 

La crítica periodística es a su vez distinta a la académica. Esta es má estable, más duradera, rigurosa. La periodística es fluida, transitoria, evanescente. El libro aclamado por la crítica periodística es con frecuencia ignorado por la académica. Y el autor aclamado unánimemente por la academia a veces no lo es por la crítica periodística. Es decir, en la esfera cultural el libro es un gran mercado movido por grandes intereses económicos. En la esfera académica es un artefacto que muestra pautas culturales, formas de vida, maneras de pensar, de ser. Responde a la mecánica del espacio socio-político en que se ubica. Conlleva la teoría de la recepción y establece las diferencias de lectores: del espacio académico al espacio periodístico: ABC cultural, Babelia, New York Times Book Review, Time Literary Suplement.

Han variado la forma de leer o las maneras de leer: el paso de la lectura recitada, gesticulada, un solo libro y muchos oidores, a la lectura personal, silenciada, un libro para cada lector. Tal forma alteró y abrió el mundo a las mentalidad renacentista. El paso del oir al leer fue un gran adelanto, concluye la investigadora mejicana Margit Frank. Y se pregunta ¿cómo leía don Quijote? ¿En voz alta? ¿Recitaba o leía? El papel del texto oral se diferencia (tono, mímica, acento, pausas, espacio imaginado, silencios) frente al leído en privado: de la lectura plural a la individual. 

La hermenéutica del texto literario es la historia de variadas lecturas críticas: neopositivismo, historicismo, estilística, formalismo, estructuralismo, post-estructuralismo, deconstrucción, feminismo y todas las subdivisiones. Una conciencia política y social produce nuevas lecturas entre 1980 y 1990; estudios étnicos, lesbianismo, gay studies, estudios en torno a la mujer como entidad cultural. El texto literario es a la vez un muestrario de lecturas previas y de otras posible, afirma el argentino Jorge Luis Borges. Es decir, el análisis cultural completo de un texto ha de ir más allá de los límites del mismo texto. La vida es sueño de Calderón se puede leer bien como la alegoría de las crisis del Poder o como la alegoría de un proceso educativo que se mueve entre dos espacios arquetípicos y funcionales: la torre y el palacio; el hombre primitivo y el proceso educativo que lo transforma en cortesano y en rey.

Implica también la relación entre el aspecto formal de un texto y el puente que establece con las instituciones sociales, con sus valores y discursos culturales. Su análisis se explica dentro de esta clave socio-cultural que lo determina y que el mismo texto absorbe. Su sentido se explica reconstruyendo la situación en que el texto obtiene voz. Cultura como cultivo; códigos, formas de vestir, maneras de comer, de hablar, de amarse, de odiarse, más allá de la sátira que critica o del panegírico que alaba. La representación del cuerpo dentro del espacio teatral, y fuera de él, implica una apropiación cultural de máxima expresión. Combina literatura, anatomía, disección, representación pictórica y espacio teatral: de Vasalius a Calderón. El espacio de la frontera establece los límites de la posesión, pero es a la vez el espacio del intercambio. El Martín Fierro de Hernández es el clásico espacio de frontera. 

Todo texto literario es una gran herramienta educativa. Enseña a ser mejor persona. Tal es el caso de Segismundo en La vida es sueño. Lo es en infinidad de instancias don Quijote: como soñador, como amo de Sancho, como su siervo, como elegante invitado en el palacio de los duques, como destronado de su sueño por el caballero de la Blanca Luna, como docto visitante en la imprenta de Barcelona, como fino oyente de su historia en la historia del otro (Avellaneda), como peregrino amante de un sueño que nunca se cumple, como docto y sabio a la hora más grave de todos nosotros: el momento de redactar el testamento a un paso de la muerte. Leer el Quijote es saber hablar (discurso de las armas y de las letras) y también saber callar: “al buen callar le llaman Sancho”. 

El profesor de literatura se confronta hoy día, dentro de las nuevas corrientes críticas, en definir esa diferencia que establece el discurso literario frente a otros discursos; configurar la relación entre la practica cultural y los procesos sociales, económicos y políticos. Ver hasta que punto la subjetividad es un elemento que se constituye socialmente. Estudiar la forma en cómo se erige una ideología y se sostiene; la conciencia de que un acceso total y completo al pasado se llega a través de una serie de huellas textuales, diferencia que Hayden White establece entre historias textuales y la Historia que exhiben. 

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