Opinión

Memorias sueltas: Una historia de amor

Llegaba a su clase vistiendo una ceñida chaqueta de cuero, pantalones vaqueros, voluminosa melena, enrizada, y largas patillas que bajaban hasta las mandíbulas. Este era Eric Segal, el autor de Love story, con ventas millonarias y una película que hizo llorar a jóvenes enamorados que, desde sus coches descapotables, en los cines abiertos al aire, a la caída de la tarde, seguían las ardiente relaciones de dos jóvenes universitarios. Una agresiva leucemia se llevo a Jennifer Cavilleri, la simpática protagonista, ambos estudiantes en universidades de prestigio: él, Oliver Barrett IV, Harvard; ella, Radcliffe College, universidad de pregrado, exclusiva, de mujeres, a la que asistían las chicas más selectas de la élite americana. Era la típica pareja con obvias diferencias sociales: ella, hija de un emigrante italiano, que regía una panadería en Cranston, en el estado de Rhode Island. Él, Oliver, procedente de una familia distinguida de ricos banqueros, inteligente, estudioso, consciente de sus raíces. Oliver y Jennifer. Cariñosa, dulce con su Oliver, bromeando sobre la procedencia de éste, su escandalosa riqueza, su prepotencia intelectual, sus condiscípulos procedentes del mismo status social. Él sumiso, condescendiente, enamorado de su Jennifer, gozoso con su presencia, siempre en su búsqueda, en su Triumph deportivo, rozando el aire con su frente, cogidos de la mano, bordeando Ocean Drive, Newport, los acantilados sobre el mar, tumbados en el verde césped, oteando el lejano horizonte de agua azul y cielo caído, acariciando rostro, manos, pechos, muslos, la oscura sombra de su intimidad. Felices.

Así el film, así la novela. Había sido un golpe de gracia el breve relato de Eric Segal. Lo había lanzado a la fama, el Romeo y Julieta de las últimas décadas del siglo XX. El éxito de la película y, sobre todo, su música, se convirtió en una clásica melodía, copiada, tarareada y repetida en espacios profanos y a lo divino. Eric Segal, autor de una tesis doctoral sobre las comedias de Plauto, especialista en lenguas clásicas, doctor por la Universidad de Harvard, nombrado profesor asistente por la competitiva y rival Yale, llegaba con un contrato de tres años, con posible renovación (otros tres) y permanencia (tenure). Los sesudos catedráticos del departamento le miraban con recelo y hasta con desconfianza sobre el potencial académico del joven scholar, convertido en exitoso novelista. Alegre, vivaracho, humilde, Segal ignoraba el recelo de sus consagrados colegas, muy creídos en la labor académica y en sus eruditas publicaciones, sobre el mundo clásico de la Antigüedad. Eric confirmó su valer on su excelente monografía Roman Laughter: The Comedy of Plautus.

Volví a leer Love story. Refleja brevemente la gran rivalidad entre las universidades privadas de la zona del Este de Estados Unidos, las de la Ivy League (Liga de la hiedra). Organizan entre ellas competiciones deportivas y alude a la hiedra que trepa las paredes de sus viejos edificios. Las ocho de la fama: Harvard, Yale, Princeton, Columbia, Brown, Darmouth College, Pensilvania, Cornell. Las tres primeras alternando en los ranking de las universidades más prestigiosas del mundo universitario. Jennifer y Oliver eran entusiastas asistentes en las competiciones de su alma mater. Love story describe y capta el trasfondo social, académico y deportivo entre instituciones académicas rivales. Sus programas de deportes les aportan grandes ingresos. Marcan en el alumnado una identidad. Terminada la carrera, vuelven al campus en compañía de su familia, una y otra vez. Se reúnen con sus cercanos amigos, y siguen pendientes del bienestar de su Alma mater. Y muchos de ellos no pierden sus competiciones deportivas. Se desplazan con el equipo de su universidad a otros campus, y al final de la competición, bajo grandes carpas, repletas de comida y bebidas, celebran el triunfo o la derrota de su equipo. No importa. Semana tras semana. Año tras año. Sus contribuciones económicas a veces son asombrosas. Tal sensación de pertenencia y de orgullo con la institución académica a la que se pertenece es la otra estampa que refleja el sentido amor entre Oliver y Jennifer. Eric Segal me sorprendió con un virtuoso ensayo sobre Marlow y Góngora.

Murió prematuramente a consecuencia de la enfermedad de Parkinson que arrastró durante treinta años. Ya en el recuerdo.

(Parada de Sil)

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