Opinión

Turno para el rey

Las horas previas al mensaje navideño del Rey están cargadas de miedo a lo desconocido entre quienes nos hemos tomado en serio el imperio de la ley en relación con la integridad territorial, la igualdad entre todos los españoles y el concepto de soberanía nacional indivisible.

Si hemos de residenciar el sonido de las alarmas en alguna parte del entramado constitucional, la mirada se posa ineludiblemente en la figura del Rey, Felipe VI. Con memoria del precedente del 3 de octubre de 2017, cuando recordó a los poderes públicos su deber de frenar la amenaza que se había sustanciado en Cataluña dos días antes con el famoso referéndum ilegal.

Todo hace pensar que, en el tradicional mensaje del Rey, previo a las cenas familiares de la Nochebuena, Felipe VI va a renovar el mensaje de fondo. Sin apuntar a nadie respecto al hecho de que, en estos momentos, la estabilidad del Reino de España parece estar en manos de acreditados desestabilizadores.

Aún resuenan las declamaciones de un presidiario, Oriol Junqueras, sobre la presunta inevitabilidad de la independencia de Cataluña, mediante un referéndum de autodeterminación, a ser posible pactado con el Estado. "Es irreversible", ha dicho el líder de ERC, que es el partido llamado a decidir si Sánchez será o no será presidente del Gobierno en la legislatura recién estrenada. Y ese es punto donde se cruzan todos los vectores que llenan de nubes negras el horizonte político nacional.

La parte interesada, el PSOE de Sánchez, no concede mayor importancia al hecho de que ERC reclame la autodeterminación de Cataluña porque, al fin y al cabo, es su programa máximo. Y uno piensa que también es la sociedad sin clases el programa máximo de los socialistas, pero a Adriana Lastra nunca se le ocurriría ponerlo sobre la mesa negociadora al mismo nivel que los sueños del independentismo catalán.

El hecho de que ERC sí incluya esos sueños en sus tratos con el PSOE supone que lo ve factible si el Gobierno de la Nación (la contraparte) acepta "hablar de todo", como condición para lograr la investidura antes de finalizar el año.

Ese planteamiento es una fuente de dudas sobre el alcance de las concesiones que a cambio puede hacer el PSOE, una vez en el Gobierno, para alimentar la conciencia de tribu que durante estos últimos años se ha venido formando en Cataluña por la acción política y social de los partidos independentistas.

En todo caso, recordemos una verdad muy simple para un tiempo muy confuso: "No cabe equidistancia entre defensa del Estado de Derecho y quienes quieren destruirlo". Es el pensamiento de Felipe VI que, con toda seguridad, sobrevolará su mensaje navideño de 2019.

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