Opinión

Sánchez sigue teniendo 84 diputados

Pedro Sánchez ha ganado las primarias del PSOE, pero sigue teniendo 84 diputados (el 85 es el del canario Quevedo que ha pactado los presupuestos con Rajoy) y parece que sigue sin enterarse. Con ellos quiere llegar a la Moncloa en una tercera intentona tras las fallidas anteriores. Una supuso la primera investidura abortada en el Congreso de un aspirante y la segunda la abortó su propio partido. Ahora, recuperada la secretaria general y con poderes caudillistas, vuelve "la burra al trigo" o "la cabra al monte" que cualquiera de los dos adagios camperos vale.

Porque está muy bien que sea aclamado con fervor por sus militantes y se suba a la peana o una silla en un mitin de elevación a los altares. Pero sigue teniendo 84 escaños y sigue siendo el perdedor de las elecciones y para auparse al sillón de presidente de España parece que no da con ellos. Porque de lo que tampoco parece haberse enterado es para lograr esa ansia que parece lo corroe lo más indicado es ganar en las urnas. O sea, que no ha aprendido nada y que sigue siendo el Pedro de No es No. Si no es ÉL, claro.

El mantra lo conocemos del millón de veces repetido: "Hay que echar a Rajoy". Pero: ¿eso no está en manos de los electores? ¿No deben ser los votos quienes lo hagan? ¿Va en serio la apuesta o se queda y resulta ser, que bien pudiera, en un spot publicitario para echar la culpa a los demás de que se quede?

Porque, más allá, de la consigna para consumo la parroquia y masas ¿con cuántos diputados se "echa" a Rajoy?. ¿Sumando a los de Ciudadanos los de Podemos como se pretendió de primeras dadas? Si en enero de 2016 resultó un fiasco, ahora, con los guiños plurinacionales, más bien supone un imposible metafísico. De hecho unos le han dicho que no y los otros que tampoco. La otra suma, la que pretendió colar el otoño pasado, es la de sumar con Podemos&Cia, pero eso resulta que se queda en 155 votos y que para llegar al objetivo quedan otros 20 escaños. ¿Y esos de dónde salen? Haría falta añadir al potaje a nacionalistas, separatistas ya en modo golpe de Estado y a los filoetarras de Bildu. ¿Quién se come esa olla podrida? ¿Puede llegar hasta ahí la deriva alucinada del PSOE? ¿Votarían eso todos sus diputados? ¿O es que por el Caudillo Pedro hay que romperlo todo, el partido que bien podría ahí saltar hecho añicos y, ya puestos, hacer cachos a España?

Llegar a tal extremo ni siquiera es pensable en Pedro Sánchez, y sí para maliciarse que esto será solo un postureo, la vuelta a aquellas pasarelas con que nos obsequiaron y sufrimos durante meses, pero a unos primeros días de cierta contención y ya entronizado, lo que asomó el fin de semana es de nuevo ese Pedro que permanece en su coriácea terquedad y su ambición obsesiva en todas las retina y que reaparece de nuevo no como el héroe de su febril militancia sino como un problema y un peligro para España.

PD. Los socialistas han santificado muy solemnemente en su Congreso la "plurinacionalidad" de España. Admiten que, eso sí, el Estado es uno y la soberanía única y conjunta de todos los españoles, pero proclaman y salmodian que es una Nación de Naciones. Pero pueden decirnos, al menos y como asunto previo, ¿cuáles son esas naciones? Porque resulta que eso lo callan y cualquiera en su sano juicio es lo primero que habría que exponerse como paso previo y determinante. Porque ya una vez llegamos así, en el siglo XIX, al cantón de Cartagena.

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