Opinión

Carta a Josefa Otero Seivane

No hay momentos tristes, ni momentos alegres, sólo hay momentos, que se unen para formar el camino por el que discurrimos en la vida. No son ni mejores ni peores, son distintos, marcan etapas por la que transitamos, y en nosotros está que cada uno sea más grato que el anterior. 

Después de 38 años de servicio, Josefa Otero Seivane deja el servicio de justicia y abre en su vida una nueva etapa en la que poder disfrutar desde la tranquilidad, de las pequeñas cosas que hacen feliz, de la familia, el mar, el tiempo libre. El covid le priva del reconocimiento masivo, que estoy seguro te depararía nuestra pequeña comunidad jurídica.  Hoy, en un acto presidido por el presidente del TSXG, has recibido el reconocimiento profesional por la dignidad con la que ha prestado la profesión, pero también el reconocimiento que te dedicamos los más próximos, los que compartimos contigo el trabajo diario, tus compañeros y los funcionarios que hacen posible el día a día. Es el reconocimiento más sincero y el más difícil de lograr, una recompensa al buen hacer, al respecto y cariño que nos ha dispensado a todos. 

Detrás deja 38 años de servicio a los ciudadanos, haciendo Justicia, de esa, de verdad, que se escribe con letras mayúsculas. Ajena a criterios productivistas, equidad y estudio, trabajo diario para entregar una respuesta fundada en derecho, informada, motivada, técnica y justa. Eso es lo que nos dejas, trabajo, dedicación, Justicia. 

Durante este largo tiempo de servicio, la mayor parte dedicado a esta ciudad de Ourense, la sociedad y nuestra administración de Justicia ha experimentado la transformación acelerada de los nuevos tiempos. El correo postal dejo paso al email, la maquina de escribir al ordenador, y los móviles nos privaron de la intimidad. La Justicia se ha modernizado, digitalizado con la sociedad, facilitándonos el trabajo de búsqueda de información, pero en el fondo, nuestra función sigue siendo la misma, hacer Justicia, dar una respuesta fundada en derecho desde la independencia y la imparcialidad. Y a eso has dedicado tu esfuerzo, el callado esfuerzo diario de buscar soluciones justas.  

Has sido con Ángela, las primeras mujeres que habéis accedido a esta Audiencia. Desde el año 1997, 24 años de trabajo en este órgano se reflejan en los libros de sentencias, en los buscadores de jurisprudencia. Una justicia transparente que se orgullece de servidores como tú, que sólo han querido hacer bien su trabajo, que el ciudadano se sintiese orgulloso de sus jueces. Y hoy cuando te vas, nosotros, tus compañeros, nos sentimos orgullosos de la impronta que dejas, de haber sido parte de uno de nosotros, de haber dignificado con el trabajo bien hecho a esta Audiencia. 

No hay puertas que se cierran, ni etapas que se abandonan por completo, esta casa ha sido tu casa y lo seguirá siendo, porque un juez nunca deja de serlo, aunque se jubile. 

Mucha felicidad en el nuevo tiempo que inicias. 

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