Opinión

EL CASCABEL

Maurizio Carlotti es un hombre bravo, como corresponde al triunfador italiano que él es. Lo volvió a demostrar en los recientes Cursos de Verano de El Escorial, cuando aludió a los grandes temas pendientes relacionados con las televisiones privadas y las televisiones públicas. Lo primero, dada la urgencia, las cortapisas a que quieren someter a las privadas para informar durante las campañas electorales con libertad. Lo segundo, más a largo plazo, el siempre espinoso tema de las televisiones autonómicas, esas que año tras año engordan la deuda pública en sus respectivas comunidades.


Tiempo habrá de comentar la legislación audiovisual respecto a las campañas electorales cuando éstas se aproximen, aunque nos da la impresión de que las privadas, con personajes como Carlotti al frente, tan guerreros, llevan las de ganar. Pero no queremos dejar pasar más tiempo sin aludir a la situación de las televisiones autonómicas, que continúan sin coser su agujero en los bolsillos.


Tendrían un sentido si cumpliesen el cometido para el que fueron creadas. Pero vistas las programaciones, y exceptuando los segundos canales, aquello no tiene justificación alguna. Algunas televisiones autonómicas son los informativos, y poco más. Unos informativos sesgados y dependientes del gobierno de turno, y poco más. Hasta media docena de series norteamericanas y cuatro o cinco películas del mismo país se pueden encontrar en las parrillas en estas jornadas estivales, y no pasa nada.


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