Opinión

defensa de los lunes

No es éste para mí un lunes cualquiera. Es mi primer lunes del verano en Santander, en el marco de la Magdalena, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y eso son siempre palabras mayores. Porque sólo hay un lunes primero, y como el primero, ninguno. Me gusta ese momento dominical en el que llegamos a las instalaciones, recogemos los programas de actividades y planificamos. Me gusta sobremanera el momento de escudriñar en la agenda, de programar cómo van a ser los días venideros, de construir un horario pautado en donde todo está por llegar. Me gustan los domingos por la tarde o como muy tarde las primeras horas de las mañanas de los lunes porque a partir de ahí todo corre muy deprisa. Y cuando te quieres dar cuenta aquello que parecía interminable ya es pasado, recuerdo.


La semana tiene sus ritmos. La primera jornada, como siempre, es la que más cunde. En ella las caras se ven ilusionadas, anhelantes. Mientras la montaña no venga a nosotros, seguiremos regresando a ella. Y mira que lo tendría fácil el medio televisivo de ámbito cultural para instalar una unidad móvil en la explanada de la Magdalena y aportar contenido a unas señales que en verano son fruto del piloto automático y la reposición. Pero tendremos paciencia. Quizá algún año. De todos modos no me engaño, aunque los emitiera La 2 no creo que me resistiera a vivir los cursos en vivo y en directo.

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