Opinión

INCÓMODAS COMPARACIONES

Lo peor que se puede hacer antes de emitir un veredicto a propósito de ?Las chicas de oro? es establecer una comparación. Ya se sabe que las comparaciones son odiosas, y el original siempre tiene mucho que ganar frente a la copia. Mejor hablar de adaptación. Y aun así, puesto que el original sigue pesando mucho.


?Vanilla sky? era una verdadera patraña comparada con ?Abre los ojos?. ?Psicosis? de Gus Van Sant no podía competir, por más que la fotocopiadora fuese técnicamente perfecta, con el encanto del original. Y solamente alguien tan sabio como Michael Haneke fue capaz de plagiarse con acierto y solvencia en ?Funny games?, sin desvirtuar sus esencias.


?Las chicas de oro? son otra cosa. Se trata de una cumbre de actrices, y como tal hay que disfrutarla. El hecho de que se emitan dos episodios seguidos no contribuye mucho a mejorarla. Las sitcom fueron creadas para durar veinticinco minutos, y esa es su medida. Los guiones ha sido respetados y mantienen esta estructura, pero los criterios de emisión prevalecen y los programadores se empeñan en dedicar una hora seguida a las andanzas de estas señoras, cuando en el fondo ganarían con la ración corta, la ración original. Ahí sí que menos es más. La versión original de ?Las chicas de oro? se emitió en nuestro país en 1986, cuando éramos veinticuatro años más jóvenes.

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