Opinión

VER, SIEMPRE VER

Quienes nos dedicamos a ver, no sólo a mirar, sino a tratar de ver, y somos unos cuantos, estamos a merced de la oferta existente. Nuestras vidas son más felices cuando lo que hay que ver es grato. Nuestras vidas son aburridas y anodinas en tanto en cuanto la cartelera se torna triste, repetitiva o gris.


Quienes ejercemos de espectadores vocacionales, compulsivos, qué duda cabe, renacemos en esta época del año. Cuando nos preguntan a qué nos dedicamos, fruncimos el ceño, o hablamos con cierta ironía. Me dedico a ver lo que hay. A verlo todo, o casi todo. A ver lo que merece la pena. Lo que merece ser visto. Tengo todo el tiempo del mundo para planificarme y ver.


En cierta medida, los espectadores profesionales no estamos en manos de quienes nos gobiernan, sino de quienes nos entretienen, de quienes nos hacen pensar. No sé si tenemos los políticos que nos merecemos, pero no siempre tenemos los creadores que quisiésemos tener.


Esta temporada que se inicia nuestra felicidad pasará por la cumbre actoral de ?Un tranvía llamado deseo? a cargo de Vicky Peña y Roberto Álamo. Por un montaje dirigido por Andrés Lima que va a durar seis horas. Por el musical ?Los Miserables?. Por querer, quisiéramos ver ?Sunset Boulevard?, ?El rey león?, tantos otros inéditos en la Gran Vía. Pero hay lo que hay, no lo que quisiésemos que hubiera. Por eso a los espectadores profesionales nos gusta tanto Woody Allen. Porque no nos falla.

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