Opinión

VÉRTIGO

Llegados a este punto, cuando todos retoman su actividad cotidiana, su obligación y su horario fijo, quienes no tenemos obligación, ni rutina que cumplir, sufrimos. Al menos, algunos. No se puede tener todo, desde luego. Hay que elegir. Y quienes, atados, están haciendo planes para las vacaciones de Navidad o esa semana de puente que regala diciembre, puesto que esos serán los primeros días seguidos que van a tener libres para hacer de su capa un sayo, puede que envidien la situación de los que estamos libres de ataduras. Pero de verdad que desde esta orilla se percibe con envidia lo de ellos.


Desconectar está muy bien, y es muy necesario, cuando has estado conectado antes.


Lo cierto es que he estado media vida tratando de averiguar qué era lo que me gustaba, qué ocupación podía hacerme feliz. Y ahora que por fin lo tengo claro, y en las aulas universitarias encuentro todos los ingredientes para ser mejor persona y dar lo mejor de mí, resulta que los tiempos de la burocracia son tan lentos que en el mejor de los casos no podré llegar a tener una plaza más o menos estable antes de los cincuenta y tantos, cuando a la vida laboral le quede un plisplás. Mirémoslo en positivo. Al menos hay un objetivo que alcanzar.

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