Opinión

De buitres, mentiras
y esperanza

Cuatro décadas después es pura nostalgia aquel 25 de abril, cuando a los acordes de “Grandola, vila morena” y al grito de “o povo é quem máis ordena” creímos derribar la dictadura portuguesa y, con ella, todas las dictaduras. Es la nostalgia de un sueño roto porque habíamos olvidado la más feroz y permanente: la dictadura del dinero.

La interminable humillación política a Grecia –y la virulenta reacción a la legítima intención de su gobierno de consultar a los ciudadanos mediante referéndum- revela hasta qué punto el gobierno de los banqueros da por abolida la democracia política, salvo que sirva como instrumento para consolidar sus intereses.

Hay datos objetivos: el poder financiero y sus mayordomos en los gobiernos nacionales europeos han gestionado “su” crisis con el fin único de salvar los balances de la banca (fundamentalmente alemana y francesa) mediante una brutal transferencia de rentas que ha multiplicado los índices de pobreza y exclusión de la población, que en España alcanzan ya al 30% de las familias. Frente a esta verdad simple, pretenden aplastar bajo una montaña de demagogia y mentiras a quienes, como Grecia, buscan otras salidas que respetando los compromisos adquiridos no atropellen la dignidad, la democracia y el sentido común.

El Gobierno español se está aplicando con entusiasmo a este menester, y es palmario que Rajoy y De Guindos mienten cuando dicen que podrían subir un 30% nuestras pensiones con lo que Grecia debe a España, que cifran falazmente en 26.000 millones de euros siendo, en realidad, 6.650 del rescate de 2010 por los que nuestro país ingresa puntualmente los 183 millones de un interés manifiestamente abusivo. El resto son avales por 18.150 millones de los que España no ha desembolsado aún un solo euro, y lo grave es que ambas cantidades estaban sometidas a una condición inaudita: no se concedieron para reactivar la economía griega sino para pagar y garantizar las operaciones de bancos e inversores privados acreedores de Grecia.

En un reciente artículo, el filósofo alemán Jürgen Habermas advierte que el resultado de las elecciones griegas es el voto de una nación que se defiende contra la humillante miseria impuesta por la política de austeridad, y el rechazo de sus ciudadanos al terco mantenimiento de esta política cuyo fracaso está provocando una hecatombe social. No sé si, como el propio Habermas teme, Europa está cerca de asumir con todo descaro que la democracia es un mero decorado. En todo caso la rebelión democrática de los griegos que ha puesto de los nervios a la dictadura financiera no será en balde. Porque aunque los buitres acaben con Syriza y Tsipras, aunque acaben con la Europa social y democrática que conocemos, nada será igual después de Grecia: como escribió nuestro poeta ourensano José Angel Valente: “Haber llevado el fuego un solo instante, razón nos da de la esperanza”.

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