Opinión

Derribar el pendello en las urnas

El “La promesa dada fue una necesidad del pasado; 

la palabra rota, una necesidad del presente”

(“El príncipe”. Nicolás Maquiavelo)

Como escribí la semana pasada en este mismo periódico, desde hace 15 años Feijóo tenía “su” plan para el AVE low cost a Ourense. Mientras todos discutían en la barra del bar como un machadiano “coro de grillos que cantan a la luna”, el presidente y sus colaboradores necesarios en la política, en las organizaciones empresariales y en determinadas terminales sociales instaladas en la banalidad y la adulación al poder, allanaron el camino al “pendello”.

Tras el trampantojo del soterramiento primero y tras la falacia de la austeridad después, hemos llegado al punto exacto que propuso Feijóo en 2005: entrada del tren por el viejo “trazado de la vergüenza” que parte en dos la ciudad, media docena de mamparas anti-ruido para no mosquear más de la cuenta al vecindario afectado, y unas manos de pintura y alicatado en la vieja estación. 

Ya no es tiempo de seguir discutiendo sobre galgos y podencos, ni siquiera de rebatir la desvergonzada acusación de “politización” con la que la conselleira Ethel Vázuez pretendió desacreditar la movilización de la Plataforma Tren Digno contra el “pendello”. Tampoco su falsa afirmación de que el proyecto que ganó el concurso internacional de 2011 era una simple maqueta, y mucho menos si la propia firma ganadora, Foster and Partners, no tiene la gallardía de salir públicamente a defender su trabajo y arriesga un borrón en su prestigio a cambio del plato de lentejas de una modesta participación en el “proyecto Feijoo”. 

Ya no es tiempo de otra cosa que no sea parar, antes de que sea irreversible, una actuación inspirada por el cortoplacismo y la ceguera de una política jibarizada, y recuperar más pronto que tarde el modelo de intermodalidad e integración urbana con la visión estratégica que inspiraba el proyecto de 2011. Con Feijóo o sin Feijóo. Con Foster o sin Foster.

El empeño de Feijóo en imponerle esta chapuza a Ourense, mientras no ha intentado recortar ni un ladrillo en las estaciones intermodales de Vigo, Santiago o Coruña, es para mí un misterio insondable. Desconozco los eventuales acuerdos, promesas o palabras dadas por el presidente cuando puso en marcha su plan de 2005. Pero como dice la frase de “El príncipe” que encabeza este artículo, si “la promesa dada” fue “una necesidad del pasado”, es preciso que “la palabra rota” sea para el presidente “una necesidad del presente”.

A pocos meses de las elecciones autonómicas, la más efectiva “necesidad del presente” que puede doblar el pulso de un político -como ocurrió con el cierre del paritorio de Verín- es el miedo a perderlas. Y eso vale para todos, incluido el Gobierno municipal y el Gobierno de España que, igual que el presidente de la Xunta, se muestra tan generoso con Vigo, Coruña o Santiago como rácano con Ourense.

Sería un buen punto que, si la política convencional no reacciona, la Plataforma Tren Digno se constituya en Agrupación de Electores por la Intermodal al estilo de Teruel Existe para concurrir a las próximas autonómicas. Si los ciudadanos la votan, se abrirá una ventana de oportunidad. Si no, habremos seguido los sabios consejos del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha para cuando a los pueblos o a los hombres nos dominan el tedio o los achaques de la edad: buscar pasiones para ejercitarnos.

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