Opinión

El efecto mariposa

Dice un proverbio chino que “el delicado aleteo de una mariposa puede llegar a provocar un tsunami” y parece que, en efecto, así es. La llegada de Aurea Soto al Gobierno municipal del Ourense en 2007 trajo un aleteo tenaz e insobornable de decencia que agitó las aguas turbias del urbanismo ourensano –que llegó al paroxismo de un Plan General anulado por ilegal después de una exposición pública fraudulenta- y ni los beneficiarios de aquel piélago enfangado, ni sus socios políticos, tradicionales o advenedizos, se lo han perdonado.

Podrían haberle pasado factura con cualquiera de los múltiples casos con que la persiguen en los tribunales por no tolerar que doblen el pulso del Concello. Pero lo han hecho por legalizar las ilegalidades heredadas de gobiernos anteriores –y evitar el derribo de decenas de viviendas e indemnizaciones millonarias- en la plaza de San Antonio, un asunto que empezó en 1995, cuando Aurea Soto era aún estudiante.

Lo han hecho también utilizando abusivamente la querella penal por asuntos administrativos ante una justicia que, imbuida de repente de cierto mesianismo, asume como misión salvar al pueblo de la “deleznable clase política”, saturando el panorama de causas e imputaciones que abonan la moda anti-política con peligro de atropellar a inocentes, mientras que culpables con sobrados medios e influencia para retorcer los procedimientos se van de rositas.

Pintan bastos para la política y aun siendo verdad que muchos políticos han contribuido con sus miserias, corruptelas y deshonor a que sea así, Aurea Soto no forma parte de esa nómina. Su pecado ha sido exactamente el contrario: Izar en las aguas turbias del urbanismo ourensano la bandera de una honestidad insobornable. 

Gracias Aurea. Gracias por tu trabajo incansable por Ourense. Gracias por tu dignidad política, que representa la dignidad de un Gobierno y mi propia dignidad como ciudadano. Gracias porque cuando nos preguntemos si es posible acabar con abusos y privilegios que parecen parte del paisaje, recordaremos que el aleteo de dignidad de una simple mariposa puede cambiarlo todo.

Te puede interesar