Opinión

Grillos que cantan a la luna

“Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?”

Si Zavalita, el protagonista de la novela de Vargas Llosa “Conversación en la Catedral”, viviera hoy en España compartiría con buena parte de la población una pregunta muy inquietante: ¿En qué momento se jodió la izquierda? Tal vez fue cuando la claudicación de 2010 ante la doctrina implacable de la austeridad abrió las puertas a una revolución conservadora sin precedentes.

La izquierda ha estado prácticamente desaparecida desde 2011, cuando los gobiernos de Rajoy empezaron sin ningún disimulo a cambiar el paradigma del reparto decretando, por ejemplo, que no había dinero para mantener servicios públicos troncales del Estado del Bienestar pero sobraba para rescatar bancos y autovías quebradas por grandes promotoras; o imponiendo una brutal transferencia de rentas de las clases medias a una reducida elite de poder mediante la devaluación y precarización del trabajo; o poniendo en almoneda cualquier sistema estatal de reparto y bienestar -desde la sanidad a las pensiones- susceptible de generar negocio privado; o descapitalizando el país por desmantelar la ciencia y la investigación.

El estrambote final de la virulenta involución conservadora y populista es el puritanismo que ahora campa a sus anchas sin apenas tropiezos, y que se está traduciendo estos días en un rosario de titiriteros perseguidos, tuiteros condenados, raperos sentenciados a prisión y libros secuestrados, hijos directos de la reforma del Código Penal de Gallardón y de la infausta Ley Mordaza, frente a las que la respuesta de la izquierda entumecida fue incluso más tibia y menos perseverante que la de algunas asociaciones de jueces, incluidas las conservadoras.

Que la “vieja” izquierda de “la casta” y la “nueva” izquierda -tan pronto “encastada” y envejecida- sigan pareciendo más el machadiano “coro de grillos que cantan a la luna” que una alternativa real de gobierno, es poco alentador. Y que alguien de tan sólidas credenciales democráticas como Margarita Robles pueda justificar del algún modo que retiren una obra de arte en Ifema, revela que el puritanismo es un veneno más peligroso de lo que parece. 

De manera que lo urgente, a estas alturas, no es ya saber en qué momento se jodió la izquierda, sino si tiene alguna posibilidad de salir de su aturdimiento. Porque del pantanal del liberalismo “neocon”, de la parálisis política, del puritanismo, la corrupción y del patriotismo de hojalata que se juega la patria a una brisca insensata, no se sale por la derecha.

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