Opinión

Un plan mutilado

Si el Gobierno Municipal llegara a asumir que un Plan General no es simplemente una oportunidad de clasificar suelo residencial privado, sino el instrumento básico para ordenar el territorio común -el lugar donde vivimos- con todos los usos y actividades que desarrollamos -aquello de lo que vivimos-, y hacerlo desde la prevalencia innegociable de lo público, comprendería que desvirtuar el proyecto de integración del AVE altera por completo el futuro PXOM. 

El Plan Especial de Integración Ferroviaria era una pieza estratégica del documento aprobado por el anterior Gobierno Municipal, y su desarrollo en los términos acordados entre el Concello y el Ministerio en 2011 incidía de una manera sustancial en el modelo general de ordenación de la ciudad.

En primer lugar, la construcción del nuevo complejo intermodal era el núcleo de una ambiciosa reordenación urbana que abarcaba no sólo una amplia zona de A Ponte, Peliquín y Oira, sino que también ordenaba el actual corredor y los suelos ferroviarios excedentes en San Francisco.

En segundo lugar, la coordinación de todas las infraestructuras viarias y ferroviarias previstas por las distintas administraciones permitiría desarrollar un plan de movilidad municipal y supramunicipal destinado a mejorar la comunicación de la ciudad con sus áreas de actividad económica y productiva, mediante fórmulas de transporte público ambientalmente sostenible y aprovechando la oportunidad que representaba el corredor liberado. 

En tercer lugar, la liberación de los suelos ferroviarios que sobran tras reordenar las vías, convertía a ADIF en dueño de 134 mil metros cuadrado para uso residencial, comercial y terciario en el corazón de A Ponte. Es decir, convertía al Estado en un potentísimo operador público de vivienda en Ourense, con un fuerte compromiso de vivienda protegida y una notable capacidad de modular el mercado.
De manera que cuando el portavoz socialista en el Concello anuncia que sin la Intermodal de 2011 no apoyará el PXOM, no es el “Plan del PSOE” -o el “PXOM de Aurea Soto”, como dice el alcalde- el que rechaza, sino otro muy distinto, mutilado por la amputación de una de sus piezas estratégicas.

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