Despierta perezosamente el verano con buenas noticias en los registros del paro. Son buenas, indiscutiblemente. Que baje la cifra de paro siempre lo es. Indiscutiblemente, no todo lo bueno que precisa la dramática situación en la que ha quedado este país después de siete años de recesión económica. Falta todavía mucho tiempo, tal vez años, para alcanzar concordancia entre las cifras que configuran los indicadores económicos y los estados de ánimo que reflejan el bienestar (o lo contrario) de los ciudadanos. Comienza a frenarse la destrucción del empleo pero continúan aumentando las personas que necesitan auxilio social para sobrevivir. Baja el paro pero sigue siendo rara la familia que no convive con algún parado. Con todo, es una buena noticia para comenzar el verano, sobre todo si se repite cuando finalice.
