Opinión

Ahora más que nunca ¡vamos arriba, Deportivo!

Solo me queda pedir que una afición que ha permanecido tantos años unida no se rompa por un mal resultado

Lo vivido el pasado domingo en A Coruña sin duda pasará a ser un día histórico para la ciudad y una muestra irrefutable de lo que significa el sentimiento de los más jóvenes por el Deportivo.

Pasamos de la impresionante fiesta popular a la mayor de las tristezas tan solo comparable con la pena de cuando un amigo se va. A escondidas todos lloramos como si se nos hubiese ido uno de los nuestros. Y, efectivamente, habíamos perdido la alegría vestida de azul y blanco y la ilusión de los más pequeños que nunca han disfrutado en persona de un éxito de su Depor. Solo pensar en esas niñas y niños, hijos y nietos de los que celebramos noches memorables, me vuelve a emocionar.

Por ellos los deportivistas tenemos que estar más unidos que nunca. Nos jugamos el futuro, al igual que un día 13 de junio de 1988, fecha de la entrada de mi Junta Directiva en el R.C.Deportivo, y entonces ganamos. El paralelismo histórico es más que evidente. Me lo recordó, en la mañana de ayer, una llamada de Berta Vales, que fue gerente del club muchos años.

Fue el nuestro un proyecto que ilusionó a aquellos 5.000 socios existentes, que enseguida se duplicaron atraídos por un slogan que no dejaba margen para la duda: “Camina o revienta”… tras salvarnos el famoso gol de Vicente del descenso a Segunda B y llevar cerca de 20 años sin pisar la Primera División.

Hoy, el día en que se cumplen 34 años del aterrizaje de unos directivos del fútbol modesto a los que nunca les agradeceré todo lo que hicieron por el club, volvemos al punto de partida. Si es cierto que ya somos 22.000 socios, pero no lo es menos que, por tercer año consecutivo, estaremos en ese pozo negrísimo que es una liga de fútbol no profesional.

En cualquier caso es el momento en que los únicos que deciden sobre el futuro del Deportivo tienen que reflexionar de verdad y ofrecer a esa afición inigualable un proyecto serio, creíble, sin palabras huecas, para que los deportivistas puedan creer en él y lo apoyen.

Hoy quizás sea la fecha apropiado para pedirle en su “día” a San Antonio, famoso por sus milagros a sus devotos “para encontrar las cosas perdidas”, que ayude al Deportivo a encontrar el camino para regresar al lugar que hace años hemos perdido.

Si algún día alguien pensó lo contrario, hoy nadie duda de lo que significa el Deportivo. Vi como en el Palco lo acusaban todas las autoridades gallegas y coruñesas de distintos partidos y, de forma especial, la Alcaldesa, hundida… y el Presidente de la Federación Gallega, factótum de traer el play off a nuestra tierra, entre incrédulo y noqueado.

El durísimo golpe incluso lo habían acusado los siempre animosos Riazor Blues, los únicos que permanecían, con los aficionados del Albacete, cuando yo abandonaba las gradas. En ese momento, cuando el silencio se había apoderado del Estadio, eché en falta el grito unánime y poderoso de los que son el “Alma de Riazor”: “Esta hinchada nunca se rinde”. Como no dudo que así será, yo, como ellos, la entoné discretamente en mi interior.

Solo me queda pedir que una afición que ha permanecido tantos años unida, en momentos buenos y malos, que no la rompa un mal resultado.

Prohibido bajar los brazos. Por los miles y miles de niñas y niños que tienen el derecho de celebrar en directo los éxitos del Deportivo, y, hasta ahora, han tenido que conformarse con las batallitas que les cuentan sus abuelos o sus padres, tenemos que volver a hacerlo… y lo haremos. ¡VAMOS ARRIBA, DEPOR!

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