Opinión

Una alegre inversión: capital erótico

Con tiempo, suerte y buena planificación cada uno va acumulando un capital económico que en las últimas décadas de la vida garantiza un grato bienestar material. De acuerdo con el sociólogo y antropólogo francés Pierre Bourdieu, al capital económico (dinero, cash, tierras), se añade el humano (inteligencia que se incrementa con una buen nivel cultural e instructivo) y el social. Este incluye la red de contactos que maneja cada individuo (influencias, relaciones, amistades, favores), y las asociaciones a las que se pertenece. Los contactos son a veces claves a la hora de establecer iniciativas comerciales. El capital cultural se asocia con la fuente de información, conocimiento del arte, literatura, música, historia. Dicha tipología explica cómo individuos con poco capital económico pueden tener éxito usando acertadamente otras formas de capital, inherente a su persona.

La profesora y socióloga Catherine Hakim de la prestigiosa London School of Economics, en un reciente y sensacional estudio (Erotic Capital) añade que el capital erótico forma también parte de la riqueza humana. Aparte del sex appeal, término usado por los sociólogos norteamericanos, Hakim amplía el término a sociabilidad, simpatía, encanto y belleza física. Forman parte del ser de cada persona. El capital erótico está tan presente en el sexo femenino como en el masculino. El joven atractivo, sumamente educado, elegante, con buenas formas y maneras de actuar, cortés, simpático, tiene más posibilidades de obtener un buen trabajo, un sustancioso salario e incluso la posibilidad de llegar a ser presidente de su país, independiente del color de su piel, raza, religión y origen. El “efecto sorpresa” (striking effect) juega un papel en esa primera impresión que causa la presencia física. En su forma de vestir, por ejemplo.

Algunas cualidades son extrínsecas como la altura, la raza, el color del pelo; otros se adquieren, bien a través del ejercicio físico o la cirugía plástica. Su acumulación es importante en el mundo de las financias, en los bufetes y firmas jurídicas y en la movilidad social. Libro polémico y conflictivo el de la profesora Hakim. Su propuesta causó furor entre académicos y sociólogos. Y no menos sorpresas. Establece por primera vez una relación emparejada entre erotismo y economía. Al capital cultural, social y económico añade ahora el erótico. Obviamente, la mujer acumula más capital erótico que el hombre. La atracción sexual (sex appeal) es un elemento importante. Se asocia con la personalidad y el estilo de cada uno, con lo exclusivamente femenino y con la masculinidad. Otro elemento: la gracia de la persona, su simpatía, su manejo de las relaciones sociales, su habilidad de caer en gracia, de ser simpático, tierno, encantador. No menos el carisma, la vivacidad, la energía social, el humor, el estar en forma (physical fitness).

Un quinto elemento estudiado por Hakim y que ayuda a incrementar el capital erótico de una persona es el estilo en el vestir. El vestir en público es una forma de llamar la atención, de hacerse ver, notar y admirar. Lo tienen en cuenta monarcas y jefes de estado como una forma de aclamar y afirmar su autoridad y poder. Los peritos en presentaciones sociales se hacen más atractivos que los descuidados de sí mismos. Es la forma más democrática de un capital adquirido (el erótico), y de una riqueza personal que, tanto hombres como mujeres, pueden desarrollar y explotar.

La atracción, la belleza física, las buenas formas, el ser influyentes, a la par con un buen nivel económico, cultural y social, incrementan el capital erótico. El futbolista portugués Cristiano Ronaldo, o el inglés David Beckham, arrojando sus camisetas, mostrando la musculatura de sus dorsos, bíceps, anchos hombros, exhiben ante el gran público del estadio su capital erótico. Y aún más, exhibiéndose en una pasarela de moda. Y en general se casan con mujeres que exhiben un gran capital erótico. Es decir, la atracción física y la sexualidad adquieren una gran importancia (here and now) en las sociedades modernas. Forman parte de la riqueza individual, social y hasta política. El capital erótico es, en palabras de Octavio Paz (La llama doble), una poética corporal; del mismo modo, la poesía es una erótica verbal.

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