Opinión

Lourdes Salas - Lito Seoane

Más claro agua! Si Lourdes Salas fuese un animal de mi selva seria sin ninguna duda una cigüeña blanca, un ave muy popular en casi todas las regiones españolas. Su costumbre de anidar en iglesias y otros altos edificios ha determinado que su presencia resulte familiar a todo el mundo. El regreso de las primeras cigüeñas al final del invierno suele ser un acontecimiento en la plácida vida de pueblos y aldeas, que tradicionalmente han incluido esta ave en multitud de dichos y refranes, entre los cuales el más popular es que estos animales son los que traen los niños en un pañuelo sujeto por su pico.

Yo no sé si Lourdes Salas sería capaz de volar si se lo propusiese, pero su entrega, tenacidad y vocación hacia las criaturitas que quieren nacer, hace más que milagros todos los días de su vida profesional. La natural intranquilidad e ilusión con la que las futuras mamás esperan esa maravillosa pero dura experiencia que debe ser el parir, se hace más llevadera cuando a su lado hay personas como Lourdes Salas, que empatizan de forma notable, como si fueran parte del cordón umbilical de la madre y su criatura, lo que genera una confianza ilimitada en que todo saldrá bien. 

Aunque físicamente no tenga nada que ver, Lourdes Salas me recuerda por su ternura a Mamá Dolores en "El derecho de nacer", aquella cariñosa mujer que entregaba toda su vitalidad y cariño solo por el loable hecho de ayudar a vivir, sin importarle los sacrificios y vicisitudes que su total entrega conllevaban. Ourense es una ciudad en la que todo trasciende de forma muy espontánea, la gente me hablaba muy bien de Lourdes, y luego, cuando la conocí, me pareció una persona que conocía de toda la vida. En esta mujer, su fragilidad es muy engañosa, en realidad es fuerte como el granito y de una resistencia y voluntariedad enorme. Habla rápido pero se le entiende, sus rizos le dan un carácter muy angelical y como toda la gente que ejerce la medicina , su figura se agranda ante los demás por su sacrificio y generosidad, algo que últimamente no siempre es debidamente valorado y reconocido hacia la inmensa mayoría de los buenos profesionales que trabajan y nos atienden en nuestro sistema sanitario.

Siempre he creído que las profesiones mas bonitas son las de veterinario y pediatra; ambos tienen que saber entender a unos seres que no manifiestan con palabras su dolor y necesidades, pero el ginecólogo es, con la madre, matronas y enfermeras, quien “empuja” hacia la vida y quien ejerce de recepcionista a este mundo, en el que tan necesarios son los niños.

Y eso Lourdes Salas lo hace muy bien; jóvenes mamás de nuestra provincia dan fe de ello. Es la peculiar cigüeña de muchos niños nacidos en Ourense y “Cuando llegue septiembre” todos le desearemos lo mismo: que no cambie de nido, que con su lazo anudado al pico llene de niños y de alegres risas nuestras vidas... que buena falta nos hace.

De un abuelo (dos veces niño). ¡Un besote!, Lourdes Salas.

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