Opinión

¡Los 17 reinos de taifas de España!

Solo sé que no sé nada. Y es que me pierdo con el coronavirus, sus cepas, sus mutaciones, los verdaderos fallecidos, los verdaderos contagiados, la efectividad y efectos secundarios reales de las diferentes vacunas compradas por la Unión Europea para sus países miembros (Gobierno de España incluido), los enormes intereses económicos creados y contrataciones millonarias al calor del covid-19 que algún día nos tendrán que aclarar... en fin. Lo que sí me ha quedado claro son los 17 reinos de taifas que componen un Estado cuyo Gobierno ya no asume ni sus responsabilidades ni la gestión ni la dirección de esta descomunal crisis sanitaria, económica y social, ni absolutamente nada. Todo se improvisa en un escenario dantesco que sobrepasa cualquier raciocinio coherente y donde el sentido común y el rigor se obvian sin ningún tipo de miramiento. Todo ello con una tasa de paro situada en el 15,8% y que se elevará hasta el 18% en este primer cuatrimestre. Eso sí, con 17 planes económicos distintos e inconexos para "salvar" a los sectores económicos más frágiles. Eso pretenden hacernos creer, para que después sea el propio sector privado el que tenga que afrontar todo el impacto. Nos mienten reiteradamente para tapar su incompetencia, nos mienten para encubrir su ignorancia, nos mienten descaradamente una y otra vez sin ni siquiera sonrojarse, lo cual nos define su verdadera catadura moral. Y ya es muy difícil discernir cuál es la verdadera información y la maquillada o fraudulenta que quieren hacernos creer para anestesiarnos con ella.

Pero en esta primera columna de opinión de este 2021 no puedo mirar hacia otro lado y dejar de observar la patética, aberrante e insultante situación en la que se encuentra mi ciudad, Ourense. Puede que la vergonzante e infame situación a la que nos han derivado 27 concejales y concejalas, pues la hayan buscado a pulso -por desidia, conformismo y apatía-, muchos ourensanos y ourensanas que han visto en los últimos años cómo lo peor de lo peor iba recalando en el consistorio municipal. Lo cual, ha ido generando en la sociedad ourensana un hastío, aversión y un rechazo de tal magnitud hacia los representantes municipales anteriores y actuales, que ese ha sido, sin duda, el verdadero caldo de cultivo de la esperpéntica situación actual.

¿Proyecto de ciudad? Utopía total y absoluta, y frase hecha que pierde todo su valor y significado en boca de estos figuras. La realidad es que no existe ni un ápice de futuro viable económico, ni a corto ni a medio plazo, para cientos de actividades económicas locales por la falta de planificación, organización, gestión y legítima ambición de mejora y competitividad política municipal. No existe una redacción, sólida y transparente, de un Plan General de Ordenación Urbana acorde a la situación actual, que contribuya con su aprobación definitiva a la viabilidad económica, social y demográfica de nuestro Ourense. Sólo existen dedicaciones exclusivas a barullo, estómagos agradecidos multicolores y vividores políticos varios, a cuenta de los impuestos de los ourensanos y ourensanas. Y ya no hablemos de la texitura de nuestros jóvenes, los cuales en un porcentaje de un 73,3%, según un reciente estudio, quieren abandonar la ciudad en busca de una oportunidad laboral que aquí no encuentran, en fin.

En conclusión: una ciudad sumida en una decadencia de tal calibre que su involución sería un hito digno de la mitología celta. Una ciudad que necesita un druida que atraiga, guíe y transforme con el último recurso -en formato fondos europeos-, una ciudad que agoniza en todos los parámetros. 

¿Todo esto sugiere que Ourense no tiene un futuro de esperanza? No, por eso defiendo a ultranza planes de choque económicos al amparo de los proyectos tractores contemplados en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que, sin duda alguna, son y serán el último clavo ardiendo de Ourense.

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