Opinión

Disfruten de lo votado

La vida que da vueltas, las vueltas que da la vida. Había una ciudad llamada Ourensis ­(no confundir con otra llamada Ourense), en la que sus habitantes, después de unas elecciones locales, estaban sumidos en un mar de dudas sobre quién sería quien gobernarse sus destinos en los próximos años. Por un lado estaba una extraña formación de carácter y propiedad unipersonal a la cual, supuestamente, sus votantes habían apoyado para "votar" a un tal Baltaris de su responsabilidad de autoridad máxima de la región. Lo que nos dicen los últimos escritos sobre este tema es que sus votantes, aún a día de hoy, pues como que siguen autoflagelándose infinitamente como penitencia pepetua. Pero los que pensaban que Baltaris era, es y sería la mejor opción para garantizar coherencia y compromiso con la defensa de Ourensis desde la jefatura del gobierno provincial, pues, como mínimo, están un poco más tranquilos. 

Muchas lecturas y conclusiones se extraen, y extraerán, de esas fechas. Lo que se sabe, lo que se presupone y lo que nunca se sabrá. Pero una de ellas destaca sobre las demás, y es la siguiente: la desmesurada ambición personal, conjuntamente con un afán desmesurado de protagonismo del jefe máximo de la susodicha formación unipersonal y que habría laminado de un plumazo las expectativas de aquellos que durante años habían articulado un discurso que era únicamente una falacia para llegar al poder, única y exclusivamente.

Pero sigamos con Ourensis y con su eterno problema de que en el resto del mundo mundial no sabían que existiese tal ciudad, ni de que existían sus habitantes. Pero eso ahora ya parecía estar solucionado, porque es seguro que Ourensis en los próximos tiempos, y como causa de los hechos acontecidos, va ser conocida en todos los rincones del imperio, eso sí, conocida por el alto grado de pitorreo al que va ser sometida. Por lo que los ourensanis no miren a izquierda o derecha cuando sean el objeto de tal escarnio, ya que los pitorreados van ser ellos en exclusiva, se lo han ganado a pulso el disfrutar de tal privilegio.

¿Y que consecuencias se acarrearon de ese despropósito hecho realidad? Pues de entrada se produjo una brutal deslocalización de inversiones y actividades económicas que escogieron la pujante ciudad colindante de Vigesis como destino de sus emprendimientos y asentamientos económicos, lo cual derivó en una fuerte movilidad laboral que finiquitó la ya muy débil realidad económica, social y demográfica de Ourensis. Pero aun así, con una exclusión social y desigualdad en máximos, tal como reflejaba ya en sus tiempos las organizaciones católicas como Caritasis y otras; con una tasa desempleo en máximos y con casi todo su comercio cerrado o en liquidación, los ourensanis, muy pocos ya, y aun en su peligroso enrocamiento, justificaban su voto inicial, a la vez que lamentaban el declive de un Ourensis en el cual sus habitantes más jóvenes se movían en una media de los 80 años.

En fin, Ourensis estaba agonizando en todos los niveles e indicadores, pero aún tenía a Baltaris como solución, y ahora todos los ojos y esperanzas de los ourensanis estaban puestas en él y su guardia pretoriana, la cual es ourensanis 100%. En definitiva, disfruten de lo votado. De lo que sí que no había duda es de que lo más esperpéntico aún estaría por llegar. Ah, esta es una columna de ficción, cualquier parecido con situaciones y nombres reales pues como que es pura casualidad. Pero qué gran país el nuestro y que gran estómago tenemos que podemos comer pulpo, cocido y churrasco, todo a la vez y aun así no nos indigestamos... ¡o eso creemos cuando ya nos han llevado al bóxer de Urgencias!

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