Opinión

¡Están destrozando España!

Están derivando España hacia el desastre absoluto. Una jauría de hienas sedientas de poder sin límites están instaladas en los mandos de este país, destruyendo la confianza y credibilidad de las instituciones como nunca jamás se había visto, dividiendo y confrontando cada vez más a la sociedad española. Decirles que no soy monárquico, nunca lo he sido. Pero sí defiendo que la actual monarquía parlamentaria es, a día de hoy, el único dique de contención democrático y constitucional, ante la barbarie anárquica y libertina de quienes quieren denigrar y destruir este país en todo el sentido de la palabra. Pretenden que la España democrática de hoy vuelva a ser la imagen de la nociva II República de 1931. Por esto mismo, defiendo una monarquía constitucional, y lo que puede parecer un anacronismo a priori es únicamente coherencia y sentido común. 

Pero la historia de un país es caprichosa y repetitiva. Una vez más, la batalla decisiva se libra nuevamente en Madrid, porque saben que si cae la presidenta de la Comunidad, debilitan y tambalean también al presidente de su partido político hasta su posible caída; enemigos internos y poderes fácticos no les faltan para tal propósito. Y en esta batalla, las armas que utilizan son la confrontación, las medias verdades, la confusión, la incertidumbre, la desinformación interesada y la más torticera manipulación de los datos aderezada con una legislación a la carta. Como, por ejemplo, intentar cambiar leyes para, presuntamente, controlar el Consejo General del Poder Judicial. Todo ello aliñado con sus respectivos medios y tertulianos afines como cómplices necesarios en una batalla que se libra con un país hecho jirones en lo económico, social y sanitario, y utilizando para ello, como campo de batalla, la segunda ola de una pandemia que nuevamente se está cobrando miles de fallecidos. No tienen vergüenza, ¡ni perdón!

Y mientas esto acontece en el ámbito político y sanitario, en el contexto económico-laboral la foto fija es desalentadora. Así, con los datos de Balances Trimestrales del Banco de España, comprobamos como el 58% de las empresas españolas entraron en pérdidas en el primer semestre de este año. Aunque fue incluso peor para algunos sectores, como el comercio, la industria y la hostelería, con porcentajes de pérdidas del 65% de las pymes. Datos demoledores y preocupantes, que sumado a la deuda del conjunto de las administraciones públicas, que ha subido en el segundo trimestre hasta el 110,1 % del PIB, y con unas previsiones de cerrar el año superando el 120%, nos dejan un panorama económico y social apocalíptico. Baste un ejemplo: el paro baja en Italia al 9,7%; Alemania lo mantiene en un 6,3%, y en España ya hay 3.776.485 desempleados, con la mayor caída de la economía, mayor déficit y segunda mayor tasa de paro de la Unión Europea.  

Sin duda alguna, un país a la deriva. Con un ministro de Universidades que nos anuncia públicamente el fin del mundo, y una ministra de Educación que permite obtener el título de ESO y Bachillerato sin límite de suspensos y que únicamente desprestigia la calidad de un sistema educativo ya más que cuestionado.  

Pero quiero quedarme con algo positivo, para intentar ver algo de luz en un túnel sin final, y así me quedo con las recientes declaraciones y recomendaciones de las primeras espadas empresariales de España. Sintetizando, la receta es unidad, unidad, unidad. Aunque reconozco que con esta jauría de vividores políticos, predicar unidad es una quimera. 

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