Opinión

¡Menos mal que aún nos queda Feijóo!

Degradan la política, degradan las instituciones de este país y, sin ninguna duda, se degradan ellos mismos como personas hasta límites infinitos. Esta misma degradación, decadencia e irrelevancia del partido de Inés Arrimadas -que ya está muy próximo a su definitiva “finiquitación”-, sumado al oportunismo salvaje y sin escrúpulos del PSOE y Unidas Podemos -y a los clamorosos e inasumibles errores de estrategia del más que cuestionado secretario general del PP, Teodoro García Egea-, están a punto de provocar un tsunami político que puede propiciar un cambio electoral y político, no sólo en distintas comunidades autónomas, sino también en las cúpulas de las formaciones de centro derecha y derecha, es decir, en Vox, PP y Ciudadanos. Ciudadanos está en sus últimos estertores como formación política, y supongo que sus dirigentes acabarán repartidos en otras cual colores del arco iris. Del PP, pues ya veremos si enderezan el rumbo de una  nave en la cual todos los días están afanados en tapar las numerosas vías de agua que se le abren constantemente, con nuevos capitanes o capitanas de navío en los próximos tiempos. ¿Y Vox?, pues el gran beneficiado -aunque a priori no lo parezca-, de los agobios y traiciones de los demás, y ahí están las encuestas de diversos medios para confirmarlo, incluso la de Tezanos...

No puedo dejar de acordarme del gran acierto del presidente Feijóo, el cual, enfrentándose a las directrices de Génova, cuestionó la dantesca integración del partido de Arrimadas en la última convocatoria electoral gallega. Acertó de pleno, y así hay que reconocerlo. Un político que es lo que se más se aproxima, a día de hoy en España, al estadista que tanto se necesita. Y aunque él no se anime a dar el paso de liderar el nuevo PP que debería salir de su convención nacional en otoño, sí se podría esperar que apoyase y respaldase al próximo presidente o presidenta del PP nacional, porque pienso y creo que sí debería acometer esa responsabilidad, e intuyo que en eso está.

La realidad es que Arrimadas y su bluf de partido llamado Ciudadanos se han entregado a la izquierda radical sin ningún reparo. ¿A cambio de qué?, pues seguro que lo sabremos en breve. ¿Qué estarán pensando sus votantes y su ex líder Albert Rivera? No creo que sea muy complicado responder a ese interrogante, en fin.

En Madrid, los votantes de centro, liberales y conservadores tienen una candidata con mayúsculas que se llama Isabel Díaz Ayuso. Una presidenta de la cual enfatizo sus propias palabras: "No puedo aceptar que se suban los impuestos, que entren a adoctrinar en los colegios, que cierren los comercios y la hostelería o que destruyan el tejido empresarial de Madrid, o que nos impongan lo que debemos pensar. En definitiva, no puedo permitir que Madrid pierda su libertad". Discurso y palabras firmes, con contenido, y con las que me identifico totalmente, porque pienso que Madrid necesita un gobierno estable, ideas claras, soluciones ambiciosas, estabilidad y sentido de Estado. Y todo ello lo representa una hábil y sólida mujer que ha sido capaz de aguantar las más brutales embestidas de los socialcomunistas de una manera constante y sonrojante. Una mujer resolutiva, eficiente y eficaz, y que merece ser de nuevo la presidenta de todos los madrileños por el bien de España, sin paliativos.

Una reflexión-pregunta: ¿queremos que Madrid sea como la Barcelona de Ada Colau y la Cataluña del radicalismo independentista más feroz de hoy? Pues para que esa devastadora aberración no suceda, y como parapeto ante el libertinaje radical, aún hay solución y se llama Ayuso.

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