Opinión

El nuevo feudalismo socialcomunista

En la anterior y aún reciente crisis del 2009-2013, la economía de nuestro país cayó un 4%. Para que a ustedes les sirva de ejercicio comparativo, la caída prevista ahora por el Banco de España sería de más de un 15%. Juzgen ustedes mismos el calado del brutal impacto que nos espera a partir de septiembre de este mismo año. Pues bien, en este contexto económico-social, el actual Gobierno bipartito socialcomunista quiere instaurar un régimen económico y tributario a imagen y semejanza de la Edad Media, y concretamente de la época feudal. Y todo ello con sus tres conceptos clave: señor, (Gobierno), vasallos (47 millones de españoles) y feudo (España). Y con este vasallaje fiscal y recaudatorio nos quieren sustituir el actual Impuesto de Patrimonio, en manos de las CCAA, por un nuevo Impuesto sobre la Riqueza de carácter exclusivamente estatal. El tipo medio efectivo pasaría del 0,17% al 1,5%. 

No satisfechos con esto, quieren recuperar y aumentar Sucesiones y Donaciones, limitando la capacidad de las CCAA para aplicar exenciones y bonificaciones, de modo que la recaudación pueda multiplicarse por tres. Pero ahí no acaba el tema, ya que también pretenden elevar el gravamen sobre los depósitos bancarios, hoy testimonial, del 0,03% al 1% para recaudar aún más. Gravamen que sería repercutido a los clientes mediante comisiones. Y para rizar el rizo de la opresión fiscal, pretenden también eliminar el límite al alza de las cotizaciones sociales, disparando con ello los costes laborales de las empresas. Todo ello acompañado de una subida general del IRPF en tres tramos adicionales, y elevando la tributación sobre las rentas del capital. Como guinda de este pastel impositivo se proponen eliminar también las deducciones de los planes de pensiones. Y que las sociedades patrimoniales, y en especial las conformadas por inmuebles, pasen a tributar por IRPF y Patrimonio. Restringiendo la utilización del sistema de la Estimación Objetiva por Módulos en IRPF y régimen simplificado de IVA, instaurando como norma general la estimación directa.

Para finalizar, un Impuesto sobre Sociedades con una tributación mínima del 15% del resultado contable (del 18% para entidades financieras y de hidrocarburos), limitando además las exenciones de dividendos y plusvalías por su participación en otras sociedades. Y cómo no… retocar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, elevando la actual horquilla de tipos que grava la vivienda, situada entre un mínimo del 0,3% y un máximo del 1,1%, mediante la fijación de "escalas según el valor catastral del bien para hacerlo progresivo". Todo ello con un nuevo Impuesto sobre las Transacciones Financieras para gravar al 0,3% tanto la compra de acciones como de deuda y derivados financieros. Otro impuesto sobre hidrocarburos mediante la igualación de los tipos impositivos de gasolina y diésel. Y otro impuesto más sobre los envases no reutilizables, aprobado recientemente.

Este es el dantesco escenario en nuestra querida España. Porque si miramos a Portugal, allí se aplicaran exenciones fiscales a las empresas para combatir el impacto económico. Y todas aquellas que hayan sufrido la pérdida del 40% estarán exentas de los pagos a cuenta del Impuesto de Sociedades, mientras que en el caso de una disminución del 20% el pago se reducirá a la mitad. Directamente, a las empresas de restauración y turismo las eximen del pago del impuesto independientemente del balance de su negocio.

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