Opinión

¿Puede convertirse Ourense en un Gotham?

¿Puede ser nuestra ciudad la próxima Gotham de Batman? Y si es así, quién va ser nuestro particular supervillano, alias Joker? Aunque mejor dejémoslo ahí por el momento. Parece que la ficción se puede convertir en realidad, parece, ya lo iremos viendo. Y digo esto porque es evidente que, como muchos imitadores de Pablo Iglesias, son ya legión los que quieren conquistar los cielos. Y también sabemos que el resultado de tal asalto fue un auténtico fiasco en toda regla. Aunque el problema es que esos mismos cielos no se les desplomen sobre sus cabezas, como siempre temía el jefe de la aldea gala de Astérix y Obélix y como casi siempre sucede en la vida real. 

Lo que está claro es que a los Joker de la vida y a los que representan el lado oscuro, hay que ponerles siempre un Batman enfrente que los frene y les haga frente. Si no fuera así, de nuestra querida ciudad solo recogeríamos la ruina y los escombros de lo que nos dejarían los Joker de la vida, y sinceramente, y por hacer un paralelismo con mi ciudad, Ourense, con todos los indicadores económicos, sociales y demográficos en mínimos, pues como que estamos más cerca de ser el último mohicano que de ser la superpoblada Singapur. 

Estos días de reflexión y lectura, observó cómo nuestro nivel de autodestrucción colectivo da cada día pasos de gigante. Como si tuviéramos prisa por demoler nuestro futuro y el de nuestros hijos lo más rápidamente posible; hasta ese punto estamos llegando. Individuos que predican no se qué de regeneración, y se aferran a un posible clavo ardiendo con tal de no enfrentarse con la realidad de un modelo democrático, el cual se expresa a través del libre voto personal, y con un terrible miedo escénico a perder. De fracasos también se aprende, claro que se aprende. Prueba, ensayo y vuelta a empezar cuando se cree en lo que se hace. Ese es, desde mi ignorancia, mi humilde consejo. 

Pues sí, Joker hay más de uno, y cada uno de ellos utiliza un disfraz diferente; en lo que no cambian es en su falsa sonrisa. En su personaje de ficción, Joker intentó envenenar los embalses de agua de Gotham City, voló por los aires escuelas y hospitales, usó su letal gas de la risa para destruir lo más rápidamente posible a sus adversarios. Y mi pregunta es: ¿qué harán los nuevos Joker?, ¿nos subirán los impuestos y hundirán nuestra frágil economía doméstica?, ¿ahuyentaran a los inversores y empresas y hundirán el empleo provocando que nos tengamos que ir de la ciudad que nos vio nacer?, ¿despilfarrarán nuestros dineros en ocurrencias y extravagancias hasta dejarnos con una hoja delante y otra detrás?

Puedo entender, y entiendo, que el nivel de abandono y desidia, promesas incumplidas, anuncios ficticios y falta de perspectivas reales acaben con el desánimo de muchos. Pero el clavar los propios clavos de nuestro ataúd no es ni será nunca la solución a nada. La destrucción total no es la salida, es simplemente el fin. En definitiva, si en un escenario de ficción, Ourense se convirtiese en un Gotham y con un Joker por medio, pues yo quiero en mi legítima defensa un Batman que me proteja de semejante elemento... y el que quiera entender que entienda. Eso sí, siempre en un escenario ficticio, cualquier interpretación con el mundo real ya es problema de cada uno. 

Pero qué gran país el nuestro que hasta los difamadores piensan que les puede salir gratis el decir lo primero que se les viene a la boca en aras de tapar sus propios fracasos. Eso es lo que piensan, otra cosa es lo que suceda. Pero esa es otra historia y no de ficción como ésta.

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