Opinión

Sánchez, Netflix y… ¡a vivir que son dos días!

He intentado ver un poco de los cinco minutos escasos que dura el tráiler de la serie-documental de Sánchez y su “troupe” en Moncloa. Incluso me he estado todo el día mentalizando para ello y poder sobrevivir ante tanta vergüenza ajena, pero he de confesar que me ha sido imposible. A los pocos segundos de visualización, el sonrojo y la aversión que me producían casi me derivan a un estado de shock emocional que únicamente me produjo aturdimiento y sobrecogimiento. Tuve que apagar la pantalla rápidamente y refrescarme la cara para combatir el sudor frío que me invadía; esa noche tuve pesadillas. Soñé con reyes Midas, con países de políticas y políticos bananeros y con personajes públicos cuyo egocentrismo y narcisismo era tan desmesurado que se convertían inmediatamente en individuos totalmente insoportables para la sociedad en general. Fue de tal calibre la pesadilla que cuando desperté envuelto en sudor tuve la inmediata necesidad de leer a Freud y sus teorías sobre el psicoanálisis para encontrar una respuesta ante tanto desatino injustificable. Y encontré en esta búsqueda que me tranquilizara un texto antiguo pero que me daba, en pleno siglo XXI, la respuesta que estaba buscando, ¡menos mal! Este texto, “Narcisismo y poder político”, daba las claves de lo que necesitaba saber y del que les extraigo únicamente unas frases que lo sintetizan: “Hay una concepción narcisista del poder convertido en un fin en sí mismo, en la realización de los viejos sueños infantiles de omnipotencia que desdibuja progresivamente su necesaria subordinación a una ética de la responsabilidad. Este poder egocéntrico, en tanto significa sobre todo privilegios, prestigio, inmunidad y que pretende muchas veces impunidad, elude la responsabilidad, se va cerrando sobre sí mismo alejado de quienes le otorgaron legitimidad y se hace conservador independientemente de la ideología que lo sustenta”. Había encontrado la respuesta de la mano del psicoanálisis y ya no sentí sofocos ni perturbación, únicamente pena y mucha lástima. 

En ese instante me vino a la mente mi admirado escritor de cabecera, Vizcaíno Casas, y me lo imagino escribiendo con su divertida, imaginativa y afiliada pluma un nuevo libro titulado “Las cuatro estaciones”, que constase de cuatro episodios nacionales en los que con su particular estilo narrativo nos trasladase a un Olimpo llamado “La Moncloa” y nos contase el día a día de sus divinidades al resto de los mortales. Y como siempre en la narrativa de sus libros, su ironía-ficción se haría realidad más pronto que tarde. 

La verdad es que cuando esta serie documental se transforme en cuatro capítulos de 45 minutos de duración y se pueda ver íntegramente, pues creo y pienso que significará el fin político definitivo de un personaje que arrastrará en su caída, como un castillo de naipes, a toda su formación política. 

Y es que... con toda la que está cayendo sobre nuestras cabezas, aprobarse a sí mismo y para sus eficientes y eficaces ministros y ministras una subida de su sueldo para el próximo año de un 4% -tal como consta en el articulado del proyecto de ley de los PGE, pues chirría y mucho. Como también es un auténtico despropósito y desatino la subida de sueldo de un 3,5% de nuestras señorías en el Congreso de los Diputados. Si esto es ser solidarios con la delicada situación económica que atraviesan millones hogares españoles, asfixiados por el incremento de precios de absolutamente todo, impuestos incluidos, pues les diré que no hay nada social en aumentar el gasto político. De hecho, es profundamente antisocial. Eso sí, los de Unidas Podemos, calladitos como buenos estómagos agradecidos. ¡Vaya tropa de vividores públicos!

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