Opinión

Un comercio contra las cuerdas

El comercio minorista es un motor de consolidación y crecimiento de la economía y empleo locales. Lo ha sido siempre, lo es aún ahora y debe seguir siéndolo. Y todas las actuaciones dirigidas a la consolidación y al crecimiento de la actividad comercial deberían ser prioritarias para cualquier administración local. Y digo esto de entrada en un contexto donde el comercio de proximidad es el más perjudicado por los nuevos hábitos del consumidor y el comercio electrónico. Y si a esto le sumamos la morosidad de las administraciones (como algunos ayuntamientos) en sus compras a proveedores y la falta de apoyo real y sólido a autónomos y comerciantes, así como unos alquileres de locales en los centros urbanos inasumibles para la mayoría, pues la sangría de cierres va ir a más, por desgracia.

 Según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el comercio “online” superó en nuestro país los 30.000 millones de euros el año pasado, un 25,7% más que el ejercicio anterior, y Amazon es el indiscutible líder en España. Precisamente las ventas “online”, y la pasividad de las administraciones locales en contribuir a dinamizar el comercio local, son los elementos a analizar y solucionar. Por esto mismo conozcamos primero los datos para saber de qué hablamos. Los del Índice del Comercio Minorista muestran una tendencia a la baja en las ventas de los comercios unilocalizados, mientras que el resto de formatos crecen. La ligera mejoría no alcanza, una vez más, al pequeño y mediano comercio, cuyas ventas retroceden en la comparativa interanual.

Mientras que el resto de formatos comerciales sí están teniendo capacidad para adaptarse al cambio de hábitos de los consumidores y al auge del “e-commerce”, este nuevo contexto económico está poniendo en grave peligro al comercio de proximidad, que parte de una inferioridad de condiciones para poder competir en las circunstancias actuales. Por ello mismo se necesitan medidas urgentes, encaminadas a salvarlo, que giren en torno a tres objetivos básicos: restablecer una política ordenada de rebajas y promociones, reducir la brecha digital en las pymes de comercio y revisar la fiscalidad del sector, que en este momento resta competitividad al pequeño y mediano comerciante. Asimismo, debe ponerse el foco en medidas como impulsar acciones de dinamización del comercio local en los núcleos urbanos, de manera que se cree un clima favorable en zonas comerciales estratégicas que garantice un equilibrio comercial.

En definitiva: el cierre de establecimientos comerciales en los próximos años puede ser histórico, dejando en una situación complicada y angustiosa a miles de empresarios y autónomos del comercio y sus trabajadores,y más en mi ciudad, Ourense. ¿Nos enteramos ya de cuáles son los problemas reales de los que aquí vivimos, o seguimos manteniendo a políticos fracasados para que sigan viviendo de nuestros impuestos? Mi conclusión es nítida: apostar por el comercio de proximidad contribuye a hacer ciudad y permite crear riqueza y empleo.

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