Es bien sabido que el tiempo coloca a cada uno en su sitio. El COB de hoy no es el de Armando Gomez, tampoco el que arrancó con Arenas, ni siquiera el que consiguió el factor cancha con su segundo puesto en la fase regular. Algunos componentes que destacaron al comienzo, en la remontada luego, pierden fuerza: Gant, De Assis y hasta Aboubacar, y otros que apuntaban alto se acercan a lo estelar, como Martín, Dukanovic, Nogués o Carter, que una vez que recibe cerca del aro no perdona. Lo reconozco yo negué al pívot, fue un momento de debilidad antes de iniciarse las eliminatorias de ascenso. El norteamericano venía de estar una temporada inactivo.
Más diferencial es la definición de roles, se acabó el carrusel de rotaciones del pasado, entre la razón y la obligación, siempre desorientadoras, a la vez que surge un concepto más explícito de defensa. Otro modo de entender el baloncesto, que quizá no sea tan apreciado por el gran público, más en una competición un tanto ajena a este esfuerzo/concentración, pero igual de efectiva. “Podíamos perder el partido pero no la pelea”, siempre intensos, imposible para los rivales sacer del partido a los Detroit Pistons de Chuck Daly -campeones de la NBA en los 90-. Esfuerzo que no les eximía de su acierto ofensivo.
Una mayor atención o balance defensivo que en esta ocasión fue determinante para bajar la anotación y más el ánimo -¡que ya es difícil!- a un Clavijo que todo lo hace a la carrera.
No será muy distinto lo que espera al COB en su cruce con el sorpresivo Navarra. Conjunto un tanto atípico, con pívots muy móviles, sin mucha altura, pero sobrados de intensidad - Hoffman y Ugochukwu-, tiradores como Font o Rogers Jr -hijo de del ex-madridista Jonny Rogers- y en clara alza de juego desde el último cuarto de la fase regular. Su clasificación para nada es casualidad.
