Opinión

Cambio de horario para conciliar

Ahora que hemos recuperado los encuentros presenciales y volvemos a acercarnos constato que, si bien se han producido muchos cambios en estos dos últimos años, hay asuntos en los que seguimos exactamente igual. Pareciera que existen problemas que se enquistan y que, a pesar de que se han analizado una y otra vez algunas soluciones, no se termina de tomar una decisión para resolverlos.

Me refiero a la conciliación entre el trabajo profesional y las tareas familiares (cuidado de niños, cuidado de mayores, tareas domésticas, etc.). Soy consciente de que para muchos lectores la palabra conciliación ya les produce repelús, eso pasa cuando se utiliza un concepto hasta la saciedad, muchas veces en discursos donde la palabra queda bien y no significa nada.

Hace 9 años, una Subcomisión del Congreso formada por 15 diputados representantes de los distintos grupos políticos de entonces, llevó a cabo un amplio informe con la comparecencia de casi medio centenar de instituciones especializadas en igualdad, representaciones de la sociedad civil, expertos jurídicos y personalidades de relevancia en la materia…

Todos ellos comparecieron ante esta subcomisión que luego aprobó por unanimidad un informe con el siguiente título: “Aprobación por la Comisión del informe de la subcomisión creada en el seno de la comisión de igualdad para el estudio de la racionalización de horarios, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y la corresponsabilidad”, publicada en el BOE, el 13 de octubre de 2013.

Entre sus recomendaciones “el Gobierno debería realizar los estudios socioeconómicos necesarios para conocer en detalle cual sería la incidencia económica global de un posible cambio de huso horario en España y de una racionalización de los horarios laborales, en torno a unas franjas horarias de entrada y salida de aquellos empleos que así lo permitan”, y unos párrafos más adelante: “Se trata de una tarea compleja, puesto que implica una transformación de nuestros usos y costumbres cotidianos pero es innegable que los resultados nos harían converger con Europa en muchos aspectos en los que hoy estamos sumamente alejados, y muy particularmente en productividad, en competitividad, en conciliación y corresponsabilidad”.

El informe añade que la conciliación en España se agrava, en relación al resto de países de nuestro entorno, por dos elementos: en primer lugar, España se encuentra ahora en el huso horario de Europa central, cuando debiera estar en el huso europeo occidental. Por esta razón, nuestro horario se rige más por el sol y no por el reloj: comemos a la una de la tarde, hora solar, y cenamos a las ocho, aunque nuestro reloj indique que son las tres de la tarde y las diez de la noche. Esta situación se agrava más cuando adoptamos el horario de verano, cuando nuestra diferencia con respecto al sol es de tres horas.

En segundo lugar, tenemos un horario laboral insólito en el resto de Europa, empezamos a trabajar tarde, de media, a las nueve; y alargamos hasta las dos de la tarde la jornada matutina, luego una pausa para comer de dos horas, con chupito incluido para muchos, lo que hace que la jornada de tarde termine cuando ya no hay tiempo para más. ¿De verdad este horario nos hace un país más productivo, más competitivo?

El diagnóstico está hecho desde hace 9 años, las recomendaciones al Ejecutivo también, publicados en el BOE. Sin embargo, esa Ley nunca se llegó a presentar para su debate y aprobación y casi una década después seguimos lastrando los mismos problemas.

La esperanza viene del sector privado. Son muchas las empresas que motu proprio han dado el paso hacia una jornada intensiva o incluso hacia una jornada laboral a la carta, fórmula que también propicia la conciliación. El ejemplo es de aplaudir. Pero si queremos verdaderamente dar un salto cualitativo no basta con la valiente acción de algunas empresas concienciadas, hace falta que el Gobierno recupere ese informe y tenga la valentía de llevar a la práctica las recomendaciones de los expertos. Han pasado nueve años, estaría bien que no se cumpliera la década sin dar respuesta a ese trabajo de casi un centenar de personas.

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