Opinión

Despolitizar la igualdad

Hay asuntos donde la política de vuelo bajo, esa del regate corto y electoralista, del voto fácil y el titular barato, debería abstenerse o, en todo caso, echar un paso atrás. 

Lamentablemente desde hace ya demasiado tiempo asistimos a un espectáculo donde la reflexión pausada y el papel de los expertos como asesores profesionales ya no interesan, a menos que vayan en el sentido del voto que se busca.

Siempre he pensado que la igualdad de género, es decir, la equiparación integral de derechos entre hombres y mujeres, con todas sus derivadas, incluidas la violencia machista y las agresiones sexuales, deben estar situadas fuera del juego político o, como se diría en el lenguaje actual, “es preciso despolitizar la igualdad”.

El espectáculo que se nos ofrece con la “Ley Trans” o la del “sí es sí” demuestra hasta que punto poco importan las personas a las que, supuestamente, deben beneficiar estas nuevas normas. ¿En qué estaban pensando los promotores de estas nuevas leyes?, ¿qué se buscaba realmente al redactarlas, al aprobarlas y ahora a echarlas atrás?

Tal vez estas simples preguntas sirvan para comprender que, tanto en la motivación para elaborar la ley -en el caso de la del “sí es sí”- como ahora, para hacer marcha atrás, las razones están muy lejos del interés general y tienen más que ver con las expectativas que suscitan las próximas citas con las urnas.

No se trata de negar la necesidad de la acción política, es evidente que las políticas públicas son, y así debe ser, el marco en el que la sociedad en su conjunto resuelve los problemas. Tampoco quiero demonizar el ejercicio político cuando éste es fruto del respeto al interés general, aunque no se comparta el fondo ideológico. Pero lo que no parece admisible es que los ciudadanos asistamos, a veces con estupor, a un regateo de mercadillo con asuntos que tocan la sensibilidad más íntima de las personas.

La pugna política acapara la atención de las principales cabeceras mediáticas, los líderes de los partidos en el Gobierno y fuera de él se culpan unos a otros y alimentan la escalada verbal, pero ni hay reconocimiento de los errores cometidos, ni existe intención real de enmendar nada, a lo sumo poner algún parche que mitigue el efecto negativo en las próximas encuestas. Me pregunto cuanto tiempo tardará uno de los convictos beneficiados por la aplicación de la “Ley del sí es sí” en cometer una nueva agresión sexual… ¿Alguien habrá pensado cuántos votos cuesta?

Esta actitud sólo puede achacarse a la soberbia que inspira a algunos de nuestros dirigentes, que parecen olvidar que la política, el empeño en la búsqueda del bien común (no el personal) consiste en solucionar problemas y no crearlos; y que en un sistema democrático es el interés general el que inspira las políticas públicas.

Ahora que es tendencia citar a héroes de las independencias latinoamericanas, cabe rescatar una frase de uno de ellos, el libertador José de San Martín: “La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”.

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