Opinión

Coraje y valentía

Galicia está a la cabeza en cuanto al peso de las mujeres entre los autónomos. El 39% de este colectivo en Galicia está compuesto por mujeres. Nos superan nuestras vecinas asturianas que alcanzan un 40%.

La primera reacción es que se trata de una buena noticia. Y, a mi juicio, es cierto. Estoy convencida de que la revolución tecnológica que ya estamos viviendo acarreará otra tan grande o mayor en el mercado laboral: la robotización, la conectividad llevada a su máxima velocidad, las nuevas carreras harán que dentro de una década o dos el trabajo no responda en absoluto a lo que hoy conocemos.

Pero es cierto que, por ahora, esto nos suena un poco a ciencia ficción. La gran mayoría de la población se sigue a preparar para unas oposiciones que les aseguren el bien más preciado: el puesto de trabajo garantizado de por vida.

La crisis económica nos golpeó a todos pero no exactamente por igual. El paro femenino siempre ha sido más alto, también las condiciones laborales  han sido tradicionalmente peores y estas dos características se acentuaron con la depresión económica. Muchas de esas mujeres que se fueron a casa cuando el cierre de empresas era el pan de cada día no han tenido más remedio que crear su propio puesto de trabajo, al menos intentarlo.

¿Debemos hacer una lectura negativa de ese 39% de autónomas? En absoluto. Muchas de las grandes empresas de hoy que dan trabajo a miles de trabajadores son el fruto del empuje de una persona, de una idea que se fue construyendo con esfuerzo, tesón e inteligencia. De esto los gallegos saben mucho.

En numerosas ocasiones he escuchado el comentario sobre las estadísticas de los autónomos: “No tienen valor porque es gente que no encuentra trabajo por cuenta ajena, eso no es emprender”.

Es evidente que personajes como Steve Jobs o Amancio Ortega no se encuentran a diario. No todos los autónomos que se dan de alta hoy conseguirán crear una gran empresa, pero me parece tan importante crear una cultura de la iniciativa personal que valore la inventiva, el coraje y la valentía…

Por ello creo que a este 39% de mujeres que hoy trabajan en Galicia como autónomas o empresarias individuales hay que darles la enhorabuena, hay que animarlas a que su proyecto no debe ser concebido como un mal menor sino como un proyecto de futuro. Poco importa porque llegaron a las puertas de Hacienda para solicitar el alta. Lo fundamental es que consigan el objetivo: un trabajo estable y consolidado.

He visto a chavales acabar sus carreras universitarias o de Formación Profesional e irse de inmediato a la oficina del Inem a engrosar las filas de los demandantes de empleo y luego a esperar a que alguien llame a su puerta. Esto es lo que está cambiando. Hoy  el empleo hay que salir a buscarlo y si no lo encuentras, inventarlo. 

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