Opinión

Las carpas rosas

No se qué me dio más pena, si las señoras de los jefes de gobierno o el marido de Teresa May. La verdad es que el vídeo de las primeras damas y el (¿cómo se dice?) consorte de la primera ministra británica, quedará para la historia por el bochorno que ha provocado. Los adjetivos han circulado a lo largo y ancho de las redes: patético, ridículo, vergonzoso, impresentable, etc, etc. Los comparto casi todos, pero vayamos un poco más allá. 

Me pregunto varias cosas para intentar entender esta enorme metedura de pata desde el punto de vista de la comunicación para las primeras damas de Occidente, porque me imagino que a la/las primera dama de Arabia Saudí e incluso a la japonesa les daba igual; esto forma parte de su vida diaria.

La primera: ¿sabían las señoras y el señor que mientras sus cónyuges decidían el devenir del comercio y la paz mundiales, ellas y él ocuparían su tiempo en darles migas de pan a las carpas en un bello estanque nipón?

Segunda: ¿nadie del protocolo de la organización del G20 tuvo a bien indicarles a los anfitriones -el Gobierno japonés- que esa imagen podría ser nefasta y que con ella se transmitiría un mensaje de que las mujeres -salvo las tres que estaban en la reu-nión del G20- parecerían, si no tontas, ridículas repartiendo migajas a los peces?

Tercera: ¿nadie habrá pensado en una actividad de otra naturaleza?, ¿por ejemplo la visita a un museo, a una universidad o a una empresa exportadora de sushi?

Cuarta: ¿se habrá planteado alguna de ellas la posibilidad de no asistir a esta actividad presagiando la imagen que se transmitiría por todo el planeta?

Quinta : de ser afirmativa la respuesta anterior, ¿por qué no lo hizo?

La explicación de esta singular actividad ofrecida por las autoridades niponas era que se trataba de una tradición milenaria japonesa, lo de ir a darle de comer migas de pan a los peces en un estanque. 

La verdad es que es mucho mejor tomarse esta anécdota en broma porque de lo contrario es para echarse a llorar. A ver cómo explican todas estas señoras que defienden a capa y espada la igualdad entre sexos, la paridad en la política, el fin de la discriminación, que a la primera de cambio las conviertan en unas barbies frívolas y simplonas que compiten a ver quien tiene más gracia para lanzar las migas a las carpas rosas en un parque japonés.

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